"Actuar es fácil, pensar es difícil; actuar según se piensa es aún más difícil"

LA EDAD DORADA

Un buen día iba un nieto acompañando a su abuela en el tren de alta velocidad, con el único fin de trasladarla para que pasara el mes con el hijo que le correspondía, la abuela que llevaba algún  tiempo sin ver a su nieto, no paraba de decirle: que guapo te has puesto, como has crecido si el mes pasado cuando te vi apenas tenias barba y no me llegabas mucho más allá de mi frente. A lo que responde el nieto, abuela que hace ya más de dos años que no nos habíamos visto, que tengo ya más de treinta años y hace tiempo que deje de crecer.
Pues nada hijo a mi me parecía que en un par de meses has dado un estirón grandísimo, y ya eres todo un hombrecillo. Que por cierto como es que vienes tu a recogerme en  lugar de tu padre como lo hace siempre.
Abuela es que mi padre no podía venir hoy y me manda a mí para que tú no viajes sola y te acompañe hasta Madrid, donde nos estará esperando en la estación.
Bueno, bueno pero si yo no necesito a nadie para viajar, yo puedo hacerlo sola como lo he hecho siempre, y nada de trenes, sino andando hacia casi todos los meses más de 50 kilómetros para ir desde Cogollos hasta Burgos, que por cierto la semana pasada volví a recorrerlo para ir de compras a Burgos.
Pero abuela si tu llevas tres meses en Sevilla, como va ha ser que la semana pasada estuvieras en Burgos, si eso no puede ser, piensa un poco.
¿Y este tren no lleva hasta Burgos? No abuela este tren se queda en Madrid, y allí estará mi padre esperándonos para llevarnos hasta casa que está a unos cincuenta kilómetros, en casa esta mi madre que nos espera para que te quedes con nosotros una temporada.
Estos caprichos de mis hijos no los puedo entender, decía la abuela una y otra vez, si yo donde mejor estoy es en mi pueblo, en mi casa, y para una sopa que yo me coma mal que bien todavía soy capaz de cocinarla, por que los viejos ya somos un estorbo allá donde vamos y yo como tu comprenderás no quiero ser ninguna carga en ningún sitio, por que aún me valgo sola y no necesito a nadie. Ya le he dicho a tu padre que estaré unos días sólo y que me vuelvo pronto para mi pueblo que tengo muchas cosas que hacer allí.
¿Tu madre nos espera en la estación?, pregunta la abuela al nieto. No abuela es mi padre, claro seguro que está preparando el guiso, como viene la abuela pues hay trabajo doble, responde la abuela. Por que mira hijo al diablo y a la mujer nunca le falta algo por hacer.
Las mujeres si nos paramos es por que queremos, pero trabajo siempre tenemos de sobra, cuando no hay que guisar hay que coser, o planchar o ponerse en la pila a lavar la ropa, por que sale mucho más limpia que en las maquinas esas modernas que hay ahora. Repetía continuamente la abuela.
Esto que visto así parece un cuento, pero es la realidad de la conversación de una señora mayor con alzehimer, a la que su nieto acompañaba en el AVE desde Sevilla hasta Madrid, para cuidar de ella el mes que le tocaba a ese hijo, y que seguro puede ser el espejo en el que muchos de nosotros algún día nos tengamos que mirar, por que la edad dorada a todos no llegará.

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