"Actuar es fácil, pensar es difícil; actuar según se piensa es aún más difícil"

LA CULTURA ESTÁ DE LUTO

En los últimos días la cultura Española ha sufrido serios reveses, con la muerte de dos grandes figuras, una de las letras, centenaria y algo más, como Francisco Ayala, y unos de los mejores actores que la factoría del cine Español ha creado como José Luís López Vázquez, personajes que han dejado honda huella a su paso por nuestras vidas, y que aunque se han marchado, siempre no va a quedar su obra para poder recordarlos.
Francisco Ayala era un hombre sencillo, una de las grandes eminencias del siglo XX que vivió buena par de él en el exilio y que murió en los albores de este nuevo siglo cansado, pero jamás rendido, con la misma dignidad que vivió, ya que lo último que se le apagó al siglo de las luces fue la voz. Fue un gigante inabordable, un titán de las letras que esculpió todos los géneros, un héroe de nuestro tiempo con sabor a Marco Polo. En su piel estaban marcados los surcos de un lapso de tiempo tan dilatado como agitado, cuyos avatares han modulado la producción de quien se ha aplicado a cultivar las letras compartiendo angustias y esperanzas. Ayala conoció dos siglos, guerras fratricidas, injusticias, miserias, persecuciones y hasta el peregrinar del exilio. Detrás deja mucho escrito, mucho porque había vivido demasiado y de forma intensa. Su mirada no es la de un erudito, sino la de un creador que además fue sociólogo, traductor y un gran lector. También fue crítico y docente. Una personalidad de muchos saberes, de un estilo brillante y persuasivo. "La vida sin literatura no es vida; se convertiría en un peñasco, en algo inerte y sin sensibilidad", dijo.
Y que decir del gran actor José Luís López Vázquez, que también nos ha abandonado estos días, que se fue sin hacer ruido cuando se acercaba a los noventa, barrera que no ha podido flanquear el genio de las mil caras, un gran tragicómico, el intérprete del hombre corriente, un maestro, el actor más grande, el genio de la comicidad, y un sin fin más de adjetivos que podíamos colgarle a semejante figura. Fue un actor que ha creado escuela, con una gran capacidad de expresión. Era muy generoso, riguroso y disciplinado con su trabajo. Un gran actor y un gran creador. El gran tragicómico deja atrás una estela de 200 películas, en las que encarnó como nadie el papel del hombre de la calle desbordado por las circunstancias. Aunque como él mismo admitía: "Compadezco al español medio si dicen que es como yo". Estudiaba a fondo los personajes, hasta el punto de romper moldes porque fue un trágico extraordinario y dotado de un gran dominio en todos los géneros y momentos.
Se nos han ido dos personas entrañables, que a la cultura le costará trabajo reponerse del duro golpe, y que como la ley de la vida es la que nos rige, no queda más remedio que reponerse a él, y lo que si queda claro es que el legado que dejan perdurará en los tiempos, y a ellos sólo nos queda desearles que descansen en paz.

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