En esta semana hemos sido testigos de cómo Gobierno y Sindicatos y Empresarios, sellaban un gran pacto social, para la reforma de las pensiones y la negociación colectiva en España. Acuerdo que viene precedido de la huelga general que protagonizaron los sindicatos el pasado mes de septiembre. Y por supuesto marcado, o muy marcado diría yo, por el contexto de crisis económica que se vive en España en particular y en el mundo en general, que ha llevado a poner contra las cuerdas a Estados de reconocido prestigio y a que se cuestione por los instigadores de esta, lo que todos conocemos como el Estado Social de Derecho.
Este pacto se ha querido asimilar a los grandes pactos de España, dándole por parte del Gobierno la solemnidad que se merece, como si de los pactos de la Moncloa se tratara, aunque con una sustancial diferencia, que aquel permitió dar paso a una transición política y económica ejemplar en España, mientras que este lo único que nos lleva visto de una manera burda y ramplona, a un recorte de prestaciones sociales de gran calado, para la clase trabajadora en general.
A simple vista eso es lo que parece, pero por lo que se nos anuncia, este pacto tiene un mayor calado que lo que desde el escaparate parece, y no es ni más ni menos que la reforma integral de un sistema de pensiones que se estaba quedando caduco y con ello peligraba de manera considerable, para que pudiera perdurar en el tiempo, y que los que ahora rondamos los cuarenta podamos disfrutar de nuestra pensión tal como vemos que la disfrutan nuestros padres o abuelos.
El sistema público de pensiones ha sido a lo largo de la historia uno de los logros más importantes que ha tenido la clase trabajadora, y ahora que la población jubilada aumenta a ritmos vertiginosos, que baja la natalidad en muchos enteros, y que en coyunturas económicas como esta, el paro sube haciendo de las suyas y ahondando más en el desequilibrio del propio sistema. Los Sindicatos y Empresarios no podían hacer como el avestruz y esconder la cabeza debajo del ala a esperar que esto se solucione de otra manera distinta que no pase por la negociación y el acuerdo tripartito, para adaptar un sistema que ya iba necesitando ponerle algún aceite en los engranajes, y así pudiera perdurar en el tiempo tal como lo ha hecho de aquí para atrás.
Esta claro que con acuerdos como este parece que algo está cambiando en España, que muchas veces uno no adivina que puede ser, pero lo que si está palpable es que se denota otro talante en los Sindicatos y sobre todo en los Empresarios con el gran cambio de su cúpula que tanta falta le hacia, y desde sus posiciones firmes y convincentes, desde el legítimo respeto de la posiciones de los demás, se sientan en una mesa durante las horas o los días que sean necesarios, apartando lo superfluo, y por supuesto sin renunciar a sus principios más elementales. Logran sellar un pacto como este, que tendrán que explicar muy bien a la ciudadanía, pero que a buen seguro y desde ya cambiará la historia de este país, y esperemos todos que ese cambio sea para bien.
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