En esta estación del año, es muy normal que aumente de manera considerable el número de pateras que hasta nuestras costas llegan repletas de inmigrantes que acuden al primer mundo para tener una vida mejor o una vida fácil, y dejar atrás las penurias de su país que no son pocas.
Hasta los países de los que llegan inmigrantes a nuestras costas, llegan las señales por satélite de las plataformas de televisión, donde enseñan a todos estos un mundo lleno de grandezas y maravillas, un mundo donde se vive genial, y donde casi todo es de color de rosa, cuando todos sabemos que nada más lejos de esa realidad.
Cuando uno viaja a nuestro país vecino, Marruecos, y se lo cruza de este a oeste o de norte a sur, por sus carreteras, parándose en sus pueblos y ciudades, se va dando cuenta que está en un país desestructurado económicamente, que además está siendo esquilmado por las grandes multinacionales, agotando sus recursos sin impunidad alguna, importándoles muy poco tener sometida a la población en general a regimenes de semiesclavitud.
En esos pueblos, en la gran mayoría no hay agua corriente en las casas, no hay una luz eléctrica con normalidad como aquí la conocemos, y faltan los servicios más básicos que cualquier sociedad civilizada, no podría prescindir de ellos y por lo que estaríamos dispuestos a montar la mayor de las movilizaciones que jamás la historia ha conocido.
Si a ese cóctel de miseria y marginalidad, le sumamos la labor de captura y reclutamiento que realizan las mafias, que en torno a la inmigración ilegal se mueven, pues nos encontramos ante unas personas que son carne de cañón de estos. Que los manejan sin ningún tipo de piedad, y los llevan hasta la muerte si es necesario, para conseguir la tierra de la abundancia en la que se vive como si de reyes se tratara.
Es posible que la imagen que los medios de comunicación marroquíes nos transmiten, es otra muy distinta a la que se puede ver día a día cuando te mueves en este país, imagen en la que vemos un Marruecos moderno y estructurado que crece a un ritmo mayor que cualquier estado de su entorno. Pero una vez allí te das cuenta que eso es muy distinto y que el crecimiento es de las grandes multinacionales que les importa poco acabar con los recursos de tanta riqueza que en este territorio puede haber, y cuando terminen con ellos se irán para otro sitio sin ningún tipo de complacencia. Por eso la gente joven de allí se quedarán boqui abiertos, a verlas venir, con una esperanza de vida de cómo mucho cuarenta y pocos años, con un futuro desolador que será el que día a día les empuje a que se monten en la patera poder llegar a la tierra prometida, donde todo el mundo vive como reyes y nadan en la abundancia. Y esto viendo las cosas así y de esta manera, es muy normal que se monten en una patera, pues yo también lo haría.
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