Hace unos días estuvo por aquí el representante de Ciudadanos Albert
Rivera diciendo que van a enseñar a pescar en Andalucía, "no a repartir
pescado". Desafortunada metáfora la que ha querido utilizar este Catalán
que ha querido venir a Andalucía a darnos lecciones de trabajo y
emprendimiento, cuando esta tierra ha demostrado muchas veces a lo largo de su
historia que sus gentes somos capaces como el primero trabajar de sol a sol,
sin olvidar una arraigada cultura emprendedora que llevamos en la sangre y que se pone de
manifiesto en muchos de los sectores en los que somos punteros desde Andalucía.
Rivera se suma así a la larga lista de políticos de la derecha,
española y catalana principalmente, que han hecho referencia a Andalucía como
una tierra subsidiada e improductiva, y al pueblo andaluz como un pueblo que
vive de dichas subvenciones y es incapaz de generar nada por sí mismo. Desde
Esperanza Aguirre a Jordi Pujol, pasando por Vidal Quadras, Duran i Lleida,
Joan Puigcercós o Ana Mato, la lista es larga y ahora Albert Rivera no ha
querido ser menos y con esto nos demuestra el profundo desconocimiento que este
hombre tiene de nuestra tierra. Albert Rivera no tiene que enseñarnos nada, ya
trabajamos día a día por una Andalucía diferente que emana del mismo pueblo
andaluz, el único que debe garantizar su destino. No nos tienen que venir de
otros lugares a decirnos qué debemos de hacer. Ni tampoco tomar a Andalucía
como una especie de pueblo-borrego donde debe haber líderes que sigan
sometiéndonos a sus antojos y preferencias.
Desde muchísimos años atrás esta tierra ha sido maltratada y
denostada por el Gobierno de la Nación en detrimento de los Catalanes
principalmente, donde se llevaron a mitad del siglo XX buena parte de la
industria manufacturera, para en ella transformar las materias primas que se
producían en Andalucía, coartando el desarrollo y crecimiento a esta tierra una
y otra vez, los que nos ha sumido a lo largo de la historia en ese
subdesarrollo que aún seguimos padeciendo en nuestros días.
Reconozco que no esperaba que un representante de la cara
amable del nacionalismo español en Cataluña, pudiese parecerse tanto a uno de
esos catalanistas xenófobos, dispuestos a echar la culpa de todos los males de
Cataluña al tener que sostener con sus impuestos a vagos de regiones
subdesarrolladas. Cosas de la política. Y es que a veces el subconsciente juega
malas pasadas, y aunque después Rivera se retractase de sus palabras, lo que
dijo está ahí, al alcance de cualquiera, y es que en la era de las nuevas
tecnologías todo queda grabado, haciendo que dar marcha atrás en unas
declaraciones sea un síntoma de cinismo vergonzante. Desde luego no se podía haber
sido más torpe si lo que se pretendía hacer era conseguir votos.
Una y otra vez recurren al viejo tópico del binomio de
andaluces igual a vagos, y que tanto molesta por esta tierra, cuando se dice
sobre todo desde el desconocimiento y la ignorancia, igualando y metiéndonos a
todos en el mismo saco. Que al final se queda en eso, en un tópico. Como si los
andaluces dijésemos que todos los catalanes son unos tacaños. Expresión que
quedaría fuera de lugar y que no servirá para dar ninguna lección a nadie.