A
veces lo que puede ocurrir en cualquier pueblo de nuestra España puede ser inaudito,
pero cuando ves con quien ha ocurrido es lo más normal que podría ocurrir, y
vengo a referirme a esos políticos que son lobos con piel de cordero que al
final aunque traten de taparse con esa piel, terminan por asomarles los dientes
de lobo y fieles a los principios que llevan dentro pisotean al pueblo sin
pudor alguno. Es que muchos vemos cómo hay algunos que se disfrazan de gente
guay, para aparentar lo que no son y poder encumbrarse en el poder, para que
una vez que están en él, pisotear al pueblo sin pudor alguno, realizando
acciones típicas de otra época en la que el pueblo no contaba para sus
gobernantes, porque sus vecinos eran considerados para ellos como de ciudadanos
de segunda categoría.
Ya
lo decía Luquitas, que ser sin ser no puede ser y claro cuando se quiere ser y
no se es, pues termina saliendo la patita que apesta a facistoide, para esa
típica y vulgar acción de pisotear al pueblo a la más mínima oportunidad. Sí
pisotear a ese pueblo al que se le ha prometido todo, hasta el oro del Moro si
es preciso, con muy buena cara y con muy buenas palabricas, que a cualquiera lo
envuelven y lo embaucan creyendo que esto es lo mejor que nos va a poder pasar
en mucho tiempo.
Pero
estos típicos personajes que quieren ser una cosa y luego demuestran todo lo
contrario, no actúan solos, sino que se rodean de sus fieles palmeros a los que
apipan hasta reventar, de tal manera que estos, les juran y perjuran la mayor
de las fidelidades, hagan lo que hagan y pisoteen a quien pisoteen, aunque se
trate de alguno de su familia, al que repudiaran y desprestigian sin pudor
alguno para poder seguir enganchados a la teta de ese gentil hombre que por un
puñado de euros los compra como si de una mercancía se trataran, para que le
sean dóciles y serviles.
Sorprende
y mucho que camino de las dos décadas del siglo XXI, se produzcan este tipo de
situaciones por alguien que llega a un puesto político para servir al pueblo,
que luego lo único que hace es en lugar de servirlo es servirse de este mismo
pueblo, que lo encumbro hasta ese puesto, y que traten de someterlo al mayor de
los paternalismos, como si nos encontráramos a finales del siglo XVIII en la
época del despotismo ilustrado, donde como bien decía su lema, todo para el
pueblo pero sin el pueblo.
Cuando
se quiere actuar sin lo que uno es. Es cuando termina traicionándote el
subconsciente y se cae en lo que realmente uno es, y por eso hay que tratar de
desenmascarar a este tipo de personajes, que actúan totalmente al contrario de
lo que realmente son, porque en democracia cabemos todos, sobre todo los que
pensamos de manera contraria a los demás o los que piensan de manera contraria
a nosotros, pero esos somos los que vamos de frente y nos miramos a la cara
unos a otros, pero los que no tienen ni pueden tener cabida nunca son los que
quieren ser todo lo contrario de lo que son, porque realmente lo que al final
uno termina por darse cuenta es que como bien decía Luquitas, ser sin ser no se
puede ser.