Corría el año 1986
cuando Punta del Este (Uruguay) un total de 123 países firmaron un acuerdo
sobre la liberalización comercial. Negociaciones que empezaron en Uruguay y
concluyeron en Marrakech (Marruecos) el 15 de
diciembre de 1993. Negociaciones que duraron siete años y medio, casi
el doble del plazo previsto. Participando al final en ella 123 países. Abarcó
la casi totalidad del comercio, desde los cepillos de dientes hasta las
embarcaciones de recreo, desde los servicios bancarios hasta las
telecomunicaciones, desde los genes del arroz silvestre hasta los tratamientos
contra el SIDA. Simplemente, fue la mayor negociación comercial que haya
existido jamás y, muy probablemente, la negociación de mayor envergadura, de
cualquier género en la historia de la humanidad.
Aquellas conversaciones
desembocaron en lo que hoy todos conocemos como la Organización Mundial del
Comercio (OMC). Entidad que es la única organización internacional que se ocupa
de las normas que rigen el comercio entre los países. Los pilares sobre los que
descansa son los Acuerdos de la OMC, han sido negociados y firmados por la gran
mayoría de los países que participan en el comercio mundial y ratificados por
sus respectivos parlamentos.
La OMC tiene diversas
funciones: administra un sistema mundial de normas comerciales, funciona como
foro para la negociación de acuerdos comerciales, se ocupa de la solución de
las diferencias comerciales entre sus Miembros y atiende a las necesidades de
los países en desarrollo. Todas las decisiones importantes son adoptadas por
los gobiernos de los Miembros de la OMC: ya sea por sus Ministros, que suelen
reunirse al menos una vez cada dos años, o por sus embajadores y delegados que
se reúnen regularmente en Ginebra. Siendo la finalidad primordial de la OMC es
abrir el comercio en beneficio de todos.
Por lo que si esto de
la OMC es realmente en beneficio de todos, aquí parece que ahora, cuando EEUU
anuncia aranceles a diestro y siniestro para nuestros productos Españoles, como
la aceituna de mesa y el aceite de oliva, algo está fallando, algo no funciona,
o alguien se está pasando estos acuerdos por el arco del triunfo, apuntado a
ese alguien a EEUU que ha sido el que ha roto todas estas normas
internacionales, para poner estos injustos aranceles por un conflicto que
muchas veces no sabemos a qué puede obedecer, pero está ahí y perjudicando
seriamente a los olivareros que con mucho esfuerzo y coste económico habían
conquistado ese mercado años atrás.
Sí estos aranceles se
perpetúan en el tiempo está bien claro que OMC tiene que actuar de manera
contundente contra EEUU para tratar de alguna manera resolver este conflicto
comercial que como daño colateral se trata de llevar por delante a un sector
tan importante para nosotros como es la aceituna de mesa y el aceite de oliva,
sin saber muy bien porque al final somos los grandes perjudicados en todo esto casi sin comerlo ni beberlo,
pero nos toca y de lleno el que la administración Trump se haya fijado en
nosotros.
Si por el sentido
contario no existe una actuación de la OMC ante todo este atropello del
comercio internacional, nos encontraríamos ante tal agravio que vendría a
demostrarnos que esta organización internacional sirve de muy poco, o sobre
todo sirve de poco con los grandes que hacen y deshacen a su antojo lo que les
parece bien cuando quieren, como es el caso que estamos presenciando de estos
injustos aranceles al aceite de oliva y a la aceituna de mesa.