El veinte de noviembre
de 1975 fallecía Francisco Franco,
conocido como el Caudillo durante sus largos años de reinado absoluto de
España. Algunos, que seguramente disfrutaban de una confortable vida o ciertos
privilegios, lo consideraban casi un semidios. Para los que sufrieron en sus
carnes la falta de libertad y la represión, era un despiadado fascista
iluminado que oprimió al pueblo español durante casi cuarenta años. Para la
mayoría, coincidiremos hoy, sencillamente un dictador de los que abundaron en
el siglo XX.
Esta semana hemos
conocido la sentencia del Tribunal Supremo por la cual ya se puede exhumar los
resto del Dictador Franco de su mausoleo que él mismo se construyó durante su
dictadura, para que una vez muerto se le pudieran seguir rindiendo sus honras
por parte de sus adeptos y seguidores del antiguo régimen, que siguen cuarenta
años después honrándolo sin piedad ni compasión hacia las víctimas de cuarenta
años de régimen franquista y que después de otros cuarenta años muerto el
Dictador siguen sin restañar y cerrar sus heridas que tanto dolor y sufrimiento
le produjeron a una gran parte de la ciudadanía de este país.
En ningún país de la
Unión Europea y casi del mundo diría yo, tienen a su Dictador enterrado en una
basílica para honrarlo por su fieles discípulos y adeptos a ese régimen, donde
cada día rememoran y celebran las macabras hazañas que él cometió durante los
cuarenta años de su régimen autoritario y dictatorial, no temblándole el pulso
para firmar sentencias de muerte o cadenas perpetuas con juicios de dudosa
legalidad, que condenaban muchas veces a personas inocentes que el único delito
que habían cometido era el de pensar de manera diferente.
Después de haber pasado
una guerra civil, cuarenta años de dictadura y otros cuarenta de transición, ya
parece que empiezan a cerrarse las heridas de esta parte de la historia que
nunca tendría que haberse dado en nuestro país. Pero se dio, y las
consecuencias fueron nefastas para una gran parte de la población que tuvo que
salir de sus casas y localidades para no ser víctimas de bombardeos y ataques
de la artillería, y luego tuvieron que vivir una dictadura de penurias,
miserias y sometimiento forzoso a un régimen dictatorial de corte puramente
militar.
Ahora el Dictador
Franco va estar a cargo de su familia, donde debería haber estado desde el
primer día de su muerte, pero muchos de los que ejecutó él o mandó ejecutar,
continúan enterrados en las cunetas o en fosas comunes,
donde sus familiares no pueden ir a honrarlos como se ha estado haciendo con
este hombre durante tanto tiempo. Mientras se ha olvidado a las verdaderas
víctimas de su propio genocidio que tanto durante la guerra, como en los años
posteriores ocasionó sin piedad alguna y sobre todo aquel que se le antojaba
que pensaba de manera distinta a él o a su dictadura.
Llegado este momento,
ya no se puede dar marcha atrás y estas heridas del régimen franquista se
tienen que cerrar de una vez por todas y resarcir a las verdaderas víctimas de
las atrocidades que contra ellas se cometieron por parte de un Dictador
despiadado, y que en estos días estamos asistiendo ante los verdaderos, y
espero que últimos, coletazos del franquismo sociológico. Muy peligroso
también, por otra parte, porque no tiene forma de régimen político, ni la cara
de un militar salvapatrias como en épocas pretéritas. Pero la esencia sigue
siendo la misma.
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