"Actuar es fácil, pensar es difícil; actuar según se piensa es aún más difícil"

MUERTE EN SAN FERMÍN

Los San Fermines este año se han vestido de luto por la muerte Daniel Jimeno Romero, de 27 años, nacido en Alcalá de Henares. Con familia en Pamplona, hijo y nieto de pamplonicas, el madrileño era muy aficionado a los encierros desde hacía años y solía correr ante los pitones en San Fermín. El toro Capuchino, de la ganadería de Jandilla, colorado, ojo perdiz, de 515 kilos, empitonó al fallecido en el cuello minutos después de las ocho de la mañana en el trayecto del vallado de la Telefónica, y por él nada pudieron hacer los médicos del servicio de urgencias del hospital Virgen del Camino, si no tan sólo certificar su muerte minutos antes de las nueve de la mañana, pues las heridas que le había provocado el astado eran mortales de necesidad.
Daniel era un corredor serio y experimentado al que nunca se le ocurría ir al encierro sin dormir lo suficiente, pero a pesar de eso Capuchino termino con la vida de este aficionado, que no era la primera vez que se enfrentaba anta una manada de seis reses, y  sabiendo como salir de muchas situaciones de peligro que a buen seguro se habría visto envuelto.
Son muchas las voces que se alzan en contra de los encierros de San Fermín, llegando algunos a calificarlos como un espectáculo ridículo, en el que se divierten de mala manera y desafiando a la muerte una pandilla de niñatos, borrachos a los que su vida le importa bien poco.
Pero existe también por otro lado los que todos los años de una manera profesional y haciendo honor a esa tradición de tantísimos años corren estos encierros de manera impecable e inmaculada, como hasta este año lo hacia Daniel. Estas personas para nada desprecian su vida, que con sus majestuosas carreras realzan la fiesta y escriben día tras día una nueva página en la tradición que ella misma tiene. Pero eso apenas sale en la prensa, por que la noticia no está ahí, si no cuando se produce la tragedia.
De todas formas esto nos tiene que hacer reflexionar e iniciar un sereno y tranquilo debate sobre deporte de riesgo o tradición, donde se pongan sobre la mesa los pros y los contras de cada una de estas situaciones, para que entre todos podamos y tratemos de evitar que situaciones como estás se vuelvan a producir, para que los San Fermines continúen siendo el emblema de Pamplona y por que no decirlo de España entera que en muchos rincones del mundo se la conoce por esta tan tradicional y arraigada fiesta, que haciendo honor a la verdad y viendo el riesgo que tras cada encierro hay palpable en ese recorrido de poco menos de un kilómetro y algo más de dos minutos cada día, tenemos que ser conscientes de que poco ocurre para lo que podía ocurrir, y que el capote de San Fermín esta siempre al quite, para que los mozos año a año sigan con la arraigada tradición que muchos de ellos cuentan ya desde varias generaciones.

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