El presidente
del Gobierno, Mariano Rajoy, pide a los españoles paciencia y fe en su equipo
económico, para que podamos salir de esta crisis que se está haciendo mucho más
larga y pesada de lo que muchos pensaban. Paciencia que realmente se le está
acabando a los más de seis millones de españoles que forman la larga cola del
paro y que ven como día a día se les va agotando el tiempo sin tener
posibilidades de un nuevo puesto de trabajo, consumiendo y dando fin a las
prestaciones que generaron cuando eran trabajadores. Ante situaciones tan
dramáticas, es difícil tener paciencia y poder tener una reacción normal ante
ciertas políticas que pueda poner en marcha el Gobierno. Sobre todo, es más terrible
por la constatación de que los datos que maneja el propio Gobierno confirman lo
que todo el mundo más allá de la Moncloa parecía saber: que el paro seguirá
desbocado al cierre de la legislatura y que las previsiones quedan pulverizadas
a la baja. O sea, que todo irá a peor, por lo que el Gobierno no puede pedirnos
confianza en unas políticas ya fracasadas y resignación ante el calendario de
paro y crisis que nos dibuja.
El 1º de mayo
nos deja una resaca de gritos y clamor unánime, el de la necesidad de cambio,
el de la oportunidad de rectificar la política. El gobierno del PP hasta ahora
sólo ha demostrado sordera ante las reivindicaciones y ceguera ante las penurias.
Por ser un gobierno manejado desde Alemania como unos títeres que detrás de
esos títeres hay un titiritero que mueve los hilos para que ellos se muevan al
ritmo de la música que él le interprete y realmente, y la ciudanía española se
está dando cuenta de esto y como se ha visto en la manifestaciones del día de
los trabajadores piden que se escuche su voz y que se pueda más pronto que
tarde volver a reeditar un pacto como aquellos de la Moncloa, para que todos
juntos podamos salir de ésta gran crisis.
Claramente se ve
que el Gobierno está poniendo los huevos en la cesta equivocada pues reducir el
déficit como lo está haciendo el Gobierno no tiene mérito alguno. ¿Se imaginan
una familia que deja de tener ingresos y para no incurrir en déficit deja de
comer? Los miembros de esa familia correrán el riesgo de morir. Pues eso es lo
que le está pasando a España: la obsesión por el déficit está matando a este
país y está minando las esperanzas de mucha gente. Por eso no se le puede seguir
pidiendo paciencia, mientras que lo más sencillo es buscar culpables y señalar
a otros. Nunca entenderé por qué en este país nunca nadie es culpable de nada,
siempre la culpa es del otro. Y esto lo vemos todos los días en la política,
pero no solo en la política. El Ejecutivo no se siente responsable de la
situación actual y eso que ya lleva más de año y medio en el Gobierno y ha
tomado muchas decisiones; el Gobierno anterior no se consideraba responsable de
la burbuja inmobiliaria, algo que podía ser cierto en parte. Esta falta de
autocritica propicia que en muchas ocasiones no se tomen las medidas adecuadas.
Pero lo que sí
está claro es que la situación es lamentable e insostenible, que ya no se puede
aguantar mucho y no se le puede volver a pedir paciencia a los mismos que les
presentaron un programa electoral que nunca cumplieron.
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