En estos últimos
meses se ha subido el tono político entre los dos grandes partidos de la
provincia, con mutuas acusaciones de promesas incumplidas por uno y otro
partido, tirándose los trastos a la cabeza sin piedad alguna y reprochándose el
uno al otro de las cosas que cada uno ha podido hacer y no ha querido, aireando
los trapos sucios a los cuatro vientos y manipulando cada información a su
antojo y capricho, porque en estos tiempos todo vale con el fin de descalificar
al rival y arañar unos cuantos votos cada uno.
El Señor Alcalde
lleva unas cuantas semanas intentando hacerle ver a los habitantes de la ciudad
de Jaén, las malicias y perversidades que la Junta de Andalucía pretende hacer
con su intransigente Plan General de Ordenación Urbana de la Ciudad de Jaén,
del que no ha sido capaz de consensuar con ningún grupo político del
Consistorio, por no acceder a ninguna de sus sugerencias, y no porque en él
hubiese diferencias insalvables, sino más bien por seguir en la confrontación
política con la Junta de Andalucía, de tal manera que así ya posee un elemento
más en esa pugna diaria con el Gobierno Regional, importándole muy poco o casi
nada lo que es más beneficioso para los ciudadanos sino más bien lo que le es
más rentable políticamente en cada momento.
Es que hace
tiempo que los políticos se han instalado en esa pugna y confrontación sin que
haya voluntad alguna de sentarse en torno a una mesa y tratar de dejar a un
lado los personalismos e intereses partidistas, para poner delante de cada uno
los intereses generales y luchar por ellos cueste lo que cueste haciendo suyos
los problemas de los ciudadanos y ciudadanas, para tratar de resolverlos y
darle la mejor solución posible en cada momento.
Pero parece que
ya no es el momento de los grandes pactos, sino más bien el momento de dejar
que el barco se hunda de una vez y caiga quien caiga seguir machando al
adversario por un puñado de votos, de tal manera que para eso tenemos que estar
en la continua algarabía política, y lo de menos es lo que sirve para la
ciudadanía o lo que le es útil.
Esa algarabía es
la que lleva a dejar promesas electorales incumplidas, por que cuando uno está
en la oposición y de pronto se ve instalado en el poder, se da cuenta que le es
más rentable políticamente, y a un político honesto con la ciudadanía no se le
pueden olvidar promesas tan importantes como las que Señor Fernández de Moya
hizo de que ejercería la transparencia económica trimestralmente, y a las que
hay que sumarle algunos anuncios que aún deben ver los jienenses. Entre ellos
destaca la cesión del Banco de España a la ciudad. El 7 de noviembre el alcalde
anunciaba que había ultimado los trámites para la cesión del Banco de España
con el ministro Cristóbal Montoro. En diciembre proclamaba que en “unas
semanas” vendría a cerrar la cesión. El 17 de enero, ya de 2013, que ésta sería gratuita y que
volvería a producirse en cuanto el ministro tuviera disponibilidad, algo que
hasta el momento, más de siete meses después del primer anuncio, aún no ha
sucedido.
Llegado este
momento y esta situación creo que los grandes políticos no se miden por el
nivel de confrontación que puedan mantener en cada momento, sino más bien por
su capacidad de gestión y negociación que demuestren a lo largo de su mandato,
pues la ciudanía empieza a cansarse ya de la algarabía.
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