"Actuar es fácil, pensar es difícil; actuar según se piensa es aún más difícil"

LA LEY DEL MÁS FUERTE

El escándalo que se ha formado con la bacteria 'E. coli' en los pepinos ha sido monumental, y por supuesto cada que vez que se forma un escándalo de estos, las consecuencias son trágicas y devastadoras para casi toda la cadena agroalimentaria, pero sobre todo para la parte más débil de ella que es el eslabón del sector productor. Que sale pisoteado y maltratado a la más mínima que algo de esto se mueve, o se sospecha de ello.
En España, al igual que en toda la Unión Europea, todos los productos agrícolas y ganaderos, pasan por lo que se llama un sistema de trazabilidad, que indica desde su origen cual es el recorrido que ha realizado cualquier alimento antes de ponerse en la mesa. Y por supuesto, ni que decir tiene que esa trazabilidad va acompañada con una serie de normas sanitarias y de seguridad alimentarías muy exigentes, que a cualquier productor europeo le obligan estas normas a cuidarse muy mucho en las técnicas de cultivo para que los alimentos no contengan ninguna cosa rara antes de ser consumidos.
Cuando en cualquier Estado de la Unión Europea, salta una alerta alimentaría, se pone en marcha un riguroso proceso perfectamente reglado por la Unión Europea, que evita que esta alerta pueda llegar a males mayores, y por consiguiente, una vez que se ha cumplido ese procedimiento se procede a la retira del producto y el establecimiento de las correspondientes sanciones para quien ha provocado esa alerta.
Pero en el caso de los pepinos españoles, Alemania se ha saltado a la torera ese procedimiento que la Unión Europea establece para estos casos, y por supuesto sin ninguna contemplación no ha dudado en señalar con su dedo acusador y sin juicio previo a nuestro país como culpable de una contaminación en los pepinos con macabros resultados. Todo ello sin tener la certeza, como luego ha quedado demostrado, y por supuesto sin medir las fatales consecuencias que esto acarrea al poner en tela de juicio la calidad de nuestros productos, sin pruebas determinantes para ello.
Esta falta de respeto a las normas comunitarias del país más poderoso de la unión, ponen en entredicho toda la construcción de esa Europa que muchos nos habíamos creído, dejando asomar claramente sus vergüenzas en una guerra comercial en la que todo vale para poder desbancar a quien es más competitivo y mejor se encuentra situado en el mercado, utilizando métodos como estos, a los que los expertos le llaman proteccionismos no arancelarios, para quitar unos productos del mercado y se sitúen otros en mejor posición.
Ahora el daño ya está hecho y las perdidas no sólo en dinero, sino también en imagen, se cuentan por cientos de millones de euros. Perdidas que por supuesto el Gobierno Español no le puede temblar el pulso para exigírselas, tanto la Unión Europea como a la propia Alemania, puesto que su Canciller acostumbra a venir a poner deberes a todos, ahora tiene que dar ejemplo para que no pierda su credibilidad y sobre todo no dar la imagen de que en Europa lo que impera es la Ley del más fuerte que la utiliza según le convenga en cada momento y que esta vez ha sido utilizada para pisotear a los productores Españoles, ¿Quién será el próximo?.

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