Cuando muchos de los lectores de este periódico puedan
ver esta columna, verán como un reguero de jóvenes salen de las tiendas y
supermercados de la ciudad cargados de bolsas con miles de litros de alcohol,
bastantes botellas de refrescos, y sus correspondientes bolsas de cubitos de
hielo. Esta imagen se viene repitiendo año tras año en la capital con la
llegada de la primavera y todos los jóvenes se preparan para la celebración de
esa fiesta de la primavera que ya han instaurado los jóvenes en el calendario,
como si de aquellas fiestas hippes de los años sesenta se tratara.
Tras ese inmenso reguero de jóvenes cargados de bolsas
con la correspondiente mercancía, los llevará a todos como hormiguitas hasta el
recinto ferial, para seguramente bajo un sol de justicia, beberse miles y miles
de litros de bebida, que a muchos les hará perder hasta la conciencia, de tal
manera que al día siguiente no sabrán dar mucha cuenta de lo que ocurrió en esa
maravillosa fiesta de la primavera, que con tantas ganas pensaban celebrar y
que la final lo único que se ha hecho es llenarse el cuerpo de unos cuantos
litros de bebidas explosivas que los pone al borde del coma etílico, terminando
la fiesta de la peor manera posible.
Y después de este gran macrobotellón de celebración de
la fiesta de la primavera. Como todos los años el recinto ferial quedará
repleto de basura y cristales rotos de tal manera que los empleados de la
limpieza del Ayuntamiento tendrán que remangarse y bien, para quitar las
toneladas de basura que unos cuantos miles de jóvenes para divertirse han
tenido que dejar esparcidos por el suelo sin miramiento alguno y sin respetar
ni al resto de la ciudadanía y mucho menos al medio ambiente.
Es muy bonito decir que como yo soy joven me divierto
y hago lo que me apetece, sin cumplir las normas mínimas de civismo, sin
respetar ni a nada ni a nadie, y dejo tiradas donde se me antoja las botellas
vacías, las bolsas de plástico o los vidrios rotos, para que otro venga y los
recoja. Teniendo así el Ayuntamiento que rascarse el bolsillo para quitar todo
lo que a estos chicos y chicas se les antoja dejar tirado por el suelo del
recinto ferial.
No voy a entrar en esta forma de divertirse que se
viene imponiendo últimamente entre los jóvenes, de beber hasta la saciedad,
pero sí creo que la sociedad debemos reprochar esa actitud de dejar toneladas
de basura tiradas para que sea otro el que las retire por ellos, dejando el
lugar en que se aposenten para la celebración de su fiesta, como si de un
basurero se tratara. A buen seguro que estos jóvenes ninguno le gustaría tener
toda esa basura en la puerta de su casa y protestarían de la manera más
enérgica posible para que cuanto antes la retiraran de allí, sin darse mucha
cuanta que ellos hacen lo mismo que no quieren ver.
Pues realmente no habría nada que retirar si de manera
civilizada cada grupo de los que esta tarde se reunirá en el ferial, recogiera
en una bolsa los restos de botellas vacías y basuras, para luego depositarlos
en algunos de los miles de contenedores de basura que hay distribuidos por toda
la ciudad, demostrando así que aparte de ser jóvenes, de gustarles la
diversión, como no puede ser de otra forma, también saben ser respetuosos con
la ciudad, su entorno y el medio ambiente, de manera que el Ayuntamiento no
tenga que hacer un gasto extraordinario para retirar toneladas de basura que
miles de jóvenes dejan tiradas tras la celebración de la ya instaurada fiesta
de la primavera, que como de costumbre vienen celebrando año a año.
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