"Actuar es fácil, pensar es difícil; actuar según se piensa es aún más difícil"

¿A QUÉ ESPERA BRUSELAS?


El aceite en las últimas semanas está llegando a niveles de precios que se sitúan ya por debajo de lo que es el precio desencadenante del mecanismo del almacenamiento privado, provocando un lastre para las explotaciones olivareras de la provincia en particular y de las españolas en general, y ocasionando un grave problema social y económico en los muchos pueblos que de una forma u otra viven de este cultivo milenario, que adorna y de que manera el paisaje de nuestra tierra y nuestros pueblos.
La situación de precios en origen continúa siendo dramática. Por tercera campaña consecutiva, las cotizaciones medias se encuentran por debajo de los costes de producción: el precio medio apenas ha superado en el último mes los 1,75 €/kg (según Poolred) mientras que los costes acumulados de aceite de oliva a la salida de almazara son de 2,491 €/kg (Observatorio de precios de los Alimentos del MARM). En la actualidad, el umbral que permite activar el almacenamiento privado está en 1,77 €/tonelada de aceite de oliva virgen extra y 1.71 €/tonelada para el aceite virgen y 1,52 para el lampante, precios muy alejados de los costes del sector y fijados en 1997/98. Es precisa la actualización, al menos a un nivel de 2,20 €/kg a fin de que se refleje el incremento de los costes de producción y el mecanismo previsto sea verdaderamente operativo y útil para el fin para el que fue instaurado. Además, el sistema depende de la voluntad de la Comisión y de los Estados miembros para ponerse en funcionamiento aunque se alcancen los niveles de precios marcados por los reglamentos comunitarios. Este hecho debe modificarse e instaurarse la activación automática para que la mejora de la situación de mercado sea inmediata y no dependa de decisiones políticas en las que los países mediterráneos se encuentran en minoría.
Pero la mano del neo-capitalismo está haciendo estragos en este sector, importándole muy poco lo que hay detrás de las miles de toneladas de aceite que salen por las puertas de las almazaras. Y no es otra cosa que familias y pueblos enteros que trabajan con mimo y esmero unos árboles sagrados, traduciendo ese trabajo en un generación de riqueza y empleo que sirve para poder mantener un medio rural vivo, donde los pueblos se encuentren habitados por personas a lo largo de todo el año, y no sólo cuando llega el período estival, donde se genere un tejido socio económico que nos permita mantener el comercio, el sector servicios, o algo tan simple como los servicios sociales y asistenciales de los pueblos, que tanta falta nos hacen para nuestros mayores.
Este neo-capitalismo se encargó de eliminar de un plumazo aquel mecanismo de intervención que existía para este sector y que nunca le costó ni un solo céntimo de euro a las arcas comunitarias, pues se compraba el aceite cuando estaba barato y se sacaba al mercado cuando estaba caro, pero claro esta esto les dificultaba mucho el que pudieran seguir haciendo sus desmanes y había que eliminarlo, como así se hizo, dejándonos un sistema descafeinado como el almacenamiento privado, farragoso y de difícil aplicación, pero que en estos momento estaríamos ya en precios de desencadenamiento, por lo que no se entiende a que espera Bruselas para dar la orden su activación.

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