"Actuar es fácil, pensar es difícil; actuar según se piensa es aún más difícil"

ESTE AÑO NO HABRÁ COSECHÓN

Todos los augurios apuntan que la cosecha de aceituna y por ende la de aceite de este año, no será nada de espectacular y mucho menos un cosechón como allá por los meses de enero y febrero de este año se podría haber previsto. Pero el déficit hídrico que venimos padeciendo junto con las elevadas temperaturas de este pasado mes de julio han hecho que se venga produciendo una importante merma en la aceituna que va a redundar en una menor producción de aceite para la campaña que tenemos a poco menos de dos meses vista.
En el momento que se prevé una cosecha más baja de lo normal, precedida de la cosecha más baja de la última década, hace que los precios del aceite se disparen al alza inmediatamente, incrementándose entre un 40% y un 50% desde el inicio de esta campaña el pasado uno de octubre, debido a las tensiones que se empiezan a producir en el mercado por un lado y por miedo al desabastecimiento por otro, o más bien simplemente a consecuencias de la propia ley de la oferta y la demanda, que al haber menos producto que ofertar, tenemos una subida natural de los precios, que se irá regulando conforme vaya estabilizándose la producción a niveles anteriores a la campaña 2014-2015.
Esta situación recuerda a lo ocurrido en 2012, cuando otra escasez de lluvias de similares características puso en jaque a la producción de aceite de oliva. En aquel momento, la mala cosecha (en la que se recogieron 618.200 toneladas) se tradujo en fuertes subidas de precio. En junio de 2013 el precio del aceite llegó a ser un 24% más alto que el del año anterior. Aunque es cierto que ha llovido menos, no es menos cierto que la cosecha ha sido flojísima. Un vaso de agua al día para un currante de la obra trabajando a destajo 12 horas, no es lo mismo, que un vaso de agua para la misma persona sentada y leyendo un libro. Es decir, la menor agua caída, la ha utilizado el olivo prácticamente para cubrir sus deficiencias hídricas, y no para sacar adelante la cosecha, por eso se pusieron tan buenos los olivos en nada de tiempo, pero luego no hubo una fructificación aceptable.
Ante toda esta situación tenemos que tener en cuenta que la gran almazara del mundo, España, se debate en su cosecha más incierta. La complicada climatología de los últimos doce meses con temperaturas máximas históricas en periodos fenológicos claves para la aceituna, unidas al constatado déficit de precipitación en un año hidrológico que expira, arrojan más incertidumbre sobre un olivar, el de secano, que sin embargo partía en condiciones iniciales favorables, descansado tras una baja cosecha, y es que la precipitación media en la España olivarera está presentando un déficit medio en el entorno del 30%, es decir, estamos ante un año hidrológico seco, con un otoño-invierno de bajas precipitaciones y una primavera bastante seca también. Por tanto la disponibilidad de jugo en el suelo es baja, o muy baja según zonas. A este respecto habrá que estar muy atentos a las lluvias de final de verano y comienzo de otoño que son vitales para la lipogénesis y la finalización del fruto. Pero todo apunta a que la de este año no será ningún cosechón destacable como en un principio se podría haber esperado.


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