En un principio tenía pensado escribir el artículo sobre los
comentarios que día tras día están la calle, y que no son otros que los que
tienen que ver con Grecia y con el calor asfixiante que estamos viviendo en
estos días en toda la provincia de Jaén, superando incluso la barrera del
insomnio debido a las altas temperaturas que tenemos instaladas.
Pero a la vista de lo últimos acontecimientos que se nos han
venido encima en la provincia con los incendios forestales en Quesada y la
Puerta de Segura, no me queda más remedio que dedicarle estas líneas a estos dantescas
catástrofes que dejarán una honda huella marcada en nuestra provincia para muchos
años y que nos será difícil y dura de olvidar. Dura de olvidar porque cuando
vemos como arde el monte nos damos cuenta como en muy pocos minutos o días se
tira por tierra toda la labor que se ha realizado durante centenas de años,
labor en la que la naturaleza a su capricho en muchos casos ha ido dándole
forma al monte para construir en él un ecosistema de tal manera que termina
cubriendo con su manto verde el terreno sobre el que se asienta, manteniendo
con vida todo lo que le rodea.
Se queda un perplejo cuando ve como en unas cuantas horas,
puede desaparecer lo que ha costado décadas y décadas formarse, lo que con
tanto mimo y cariño se ha ido reservando y apartando de alguna manera de la
mano del hombre, para poder mantener la biodiversidad en una zona de tan alto
valor ecológico, generándose un paisaje en el que a todos nos gusta poder
perdernos en algún momento de nuestra vida, para poder reflexionar, respirar
aire puro y olvidarnos del mundanal ruido.
Se queda uno sin palabras cuando comienza a ver las fotos que
los vecinos y autoridades de las distintas zonas incendiadas, cuelgan en la
redes sociales, de las que en muchos casos no podemos dar crédito a lo que
estamos viendo, encontrando ante nuestros ojos lo devastador que resultan ser
las llamas, lo que pueden ser capaces de destruir, convirtiendo en muy pocos
minutos a cenizas, lo que antes era un gran ecosistema, en el que se rebosaba
vida y biodiversidad. Vida que ahora ha desparecido de las zonas arrasadas por
el fuego, en la que ya sólo vemos un paisaje semidesértico con una tierra yerma
y esquilmada por las llamas y por el fuego que con virulencia la ha atacado.
En esta gran catástrofe de dimensiones inusitadas, a los que si
se les tiene que hacer un gran reconocimiento y alabar su gran labor de
valentía o coraje, es a los miembros del INFOCA, los cuales han realizado
jornadas de trabajo que en muchos de los casos han duplicado su horario y que
bien sea como efectivos en tierra o como medios aéreos, han estado dando el do
de pecho para tratar de alguna manera mitigar el fuego y por ende contribuir a
disminuir los devastadores efectos que tiene un incendio forestal. Estos
bomberos forestales están trabajando hasta la extenuación, jugándose en cada
minuto que están frente al fuego, la vida, para poder seguir manteniendo vivo
un monte al que siempre han visto lleno de vida y de alegría, porque ellos y
todos nosotros sufrimos con catástrofes como ésta, y no se nos va de la cabeza
aquel slogan de que cuando el monte se quema, algo tuyo se quema.
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