"Actuar es fácil, pensar es difícil; actuar según se piensa es aún más difícil"

LA ECONOMÍA DEL BIEN COMÚN

La Economía del Bien Común se podría llamar de una forma igualmente correcta la economía del sentido común, ya que coloca a los seres humanos y a todos los seres vivos, así como el éxito de las relaciones entre ellos, en el centro del sistema económico. Transfiere así los valores de hoy en día, ya válidos de relación y constitución/organización al mercado, obligando a los actores económicos a que se comporten y organicen de forma humana, cooperativa, solidaria, ecológica y democrática. En definitiva, se trata de aplicar un concepto recogido en la gran mayoría de las constituciones occidentales: la economía debe servir el bien común.
Para empezar, la Economía del Bien Común se rige por valores humanos, denostados en el marco de una economía de mercado claramente deshumanizada, como son la confianza, la honestidad, la responsabilidad, la cooperación, la solidaridad, la generosidad y la compasión.  Sería, por tanto, contraria en este sentido a la economía de mercado, regida por el éxito económico con valores o indicadores monetarios como el producto interior bruto y los beneficios, que dejan fuera a los seres humanos y al medio en el que vivimos.
Para aquellos que se resisten a ver en la Economía del Bien Común un verdadero recambio al capitalismo y lo catalogan de utopía, es necesario recordar que desde el mismo momento de su promulgación, hace ahora seis años, un grupo de empresas de varios países han adoptado sus principios de manera voluntaria y hoy en día se han convertido en un movimiento político que trata de presionar a los gobiernos demostrando que la implantación del sistema es posible. Pues La economía del bien común funcionará gracias a los mismos valores que hacen funcionar las relaciones humanas.
Diez municipios españoles que comparten sus prácticas de aplicación de la Economía del Bien Común en el ámbito local. Prácticas de justicia social en el ayuntamiento, pueblos cero basura o eficiencia energética. Experiencia municipal que impulsa un banco de huertos o ayudas progresivas a los ciudadanos en función de los ingresos familiares, modelos de participación, de transparencia y de política ciudadana. Andadura en la elaboración de presupuestos participativos o desarrollo de una cultura de emprendimiento. España es el quinto país en Europa donde el modelo social alternativo de la Economía del Bien Común ha arraigado con fuerza. Curiosamente es el primero en ensayarlo desde la perspectiva municipal.
En los tiempos que corren, viene bien pararse y reflexionar si cambiar el modo en el que hacemos las cosas está todavía en nuestras manos, o si no queda otra que darnos por vencidos. Y no me refiero a pequeñas mejoras en nuestra mesa de trabajo, sino a cambios profundos, sistémicos y orgánicos tanto en la economía como en la sociedad.
Partiendo de premisas como la presencia de los valores humanos en la economía, la definición de la dignidad humana como uno de los factores de la ecuación de beneficio-perdida o de afirmaciones tales como el libre mercado sería un mercado realmente libre si todos los que participan activamente pudieran retirarse indemnes de cualquier transacción comercial, el modelo persigue una explicación muy humanista de la dirección hacia donde puede producirse el cambio. Cambio que aún no sabemos si podrá llegar a ser efectivo, pero lo que si queda claro es que va pisando fuerte y que apunta maneras.



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