Durante
toda esta legislatura hemos venido escuchando que había que apretarse el
cinturón, puesto que era la única manera de poder reducir el déficit público, y
que cuando llegáramos a reducirlo, vendrían años de bonanza y de prosperidad
para este país, y ya parecía que eso iba a llegar y por eso había margen para
bajar los impuestos para que la economía se reactivase, resultando ahora que
nada de nada y que lo ocurrido es todo lo contrario, que desde el principio de
la legislatura se planificó, ya que se ha superado el déficit con creces.
Hemos
conocido que el déficit público de las administraciones españolas en el 2015 es
algo más de un 5%, una cifra lejos
del objetivo marcado por Bruselas y, sobre todo, lejos, muy lejos,
del 4,5% que el propio Gobierno había adelantado apenas un mes antes. Pero más
allá de hacer una autocrítica que aliviara todas esas decepciones, el Gobierno
se burló de esa desviación de esas dos décimas y, con la información disponible
de los primeros meses de actividad de 2015, aseguró que el objetivo de déficit
de 2015 (un generoso 4,2% del PIB) se iba a cumplir con creces. Y, de hecho, la
evolución económica en 2015, en parte gracias a factores externos, habría
ayudado y mucho a conseguir ese objetivo de reducción de 1,5% puntos.
La cifra de déficit de 5,2% del PIB, además
de desbordar las previsiones más pesimistas, resulta sonrojante por muchos
motivos: el primero, porque supone un deterioro aun mayor del déficit
estructural. El segundo, porque volveremos a ser el país europeo con el déficit
público más elevado, pese a nuestro mayor crecimiento europeo. Tercero, porque
deja al nuevo gobierno en una situación complicada de cara a Bruselas y los
mercados. Y en cuarto lugar, y probablemente lo más relevante políticamente
hablando, porque el gobierno español ha mentido a sabiendas, a los españoles y
a las autoridades europeas.
Ahora
el Ministro de hacienda Cristóbal Montoro, se afana en buscar culpables por
cualquier rincón de nuestro país. Echa las culpas a las CCAA, e incluso a los
perceptores del gasto en medicamentos por el tratamiento de la hepatitis C.
Curiosamente ese mismo Ministro había responsabilizado en exclusiva a Zapatero
de la desviación del déficit de 2011, argumentado aquello tan manido de la
herencia recibida, y así se ha pasado toda la legislatura, acentuando sus
críticas tras conocer los penosos datos, en lugar de reconocer el rotundo
fracaso en la política económica de él y del Gobierno del que forma parte.
Esta
es la España de las mentiras, del maquillaje de las cifras y del incumplimiento
de los compromisos adquiridos. Ahora, nos multarán y pagaremos todos con más
recortes.Montoro nunca ha cumplido sus objetivos cuantitativos, los
cualitativos de sobra, y mucho menos en un año electoral que anticipaba
resultados, 2015. Ahí había que aparentar ser generoso incluso con las víctimas
de su gestión.
El
déficit es una excusa que emplean para recortar derechos y prestaciones y hacer
que los más pobres paguen lo que no tienen. El déficit también se puede anular
haciendo que los que más tienen paguen más, para que
realmente tengamos una carga impositiva fiscal de carácter progresiva, que
ahora no la tenemos, en definitiva por ahí es por donde hay que buscar las
soluciones en lugar de tratar de buscar a toda costa los culpables del déficit.
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