A
lo largo de la historia de nuestra democracia siempre ha habido políticos de la
más extrema derecha, infiltrados en los partidos de izquierdas con el único fin
de dinamitar una posibilidad de acuerdo y por ende una unión de las fuerzas de
izquierdas de este país. Políticos donde su único enemigo y por consiguiente
hacia quien tienen que dirigir el tiro es hacia el Partido Socialista, sin
entrar a analizar y mucho menos debatir cualquier propuesta o programa que
pudiera aplicarse o poner en marcha para beneficiar y potenciar el estado del
bienestar. Estos políticos son los que se les llena la boca de decir siempre
que son de izquierdas y qué están en política para regenerarla, cuando luego
resulta ser todo lo contrario, puesto que sus hechos y movimientos políticos
van en sentido totalmente contrario de lo que dicen y profesan.
Este
odio que tienen muchos de estos políticos sobre el Partido Socialista, fijándose
como enemigo a este partido, les lleva a lanzar contra él y sus dirigentes todo
tipo de improperios y descalificaciones que muchas veces rayan en la vejación y
en la calumnia, con tal de sacar un rédito político para arañar un puñado de
votos y tratar de ocupar el espacio político que en la actualidad ocupa el
Partido Socialista. O más bien para evitar que en nuestro país pudiera haber
una unidad de la izquierda que le plantara cara de una manera decidida y eficaz
a las políticas capitalistas que el Partido Popular intenta imponernos a la
clase media trabajadora.
Con
políticos de este calado es difícil que alguna vez haya en España esa tan
ansiada unidad de la izquierda, y mientras tanto el PP y sobre todo la más
extrema derecha española se estarán frotando las manos, puesto que les vendrá a
ellos genial para gobernar a sus anchas imponiendo unas políticas totalmente
antagónicas a las que un estado social y de derecho pudiera necesitar.
Esto
ha venido ocurriendo a lo largo de toda la historia de nuestra democracia,
donde han ido apareciendo políticos con buena oratoria a los que se le ha
llenado la boca de decir que son de izquierdas, para poder alcanzar el poder, y
cuando han estado en él o cerca de él han hecho siempre todo lo contrario,
convirtiéndose en un bastión desde de la izquierda para incluso aliándose con
el Partido Popular, para actuar como acoso y derribo al Partido Socialista. Eso
hizo Julio Anguita en sus tiempos, cuando llego a tener más de veinte
parlamentarios en el Parlamento de Andalucía, que los puso al servicio del
Partido Popular para hacer una pinza de ingobernabilidad contra el Partido
Socialista en aquellos entonces, bloqueando y tratando de anular el Gobierno de
nuestra Comunidad Autónoma.
Ahora
la historia se repite y vemos como Pablo Iglesias toma el relevo de aquel Julio
Anguita y se convierte en el azote de Partido Socialista, de manera despiadada
y sin compasión alguna, para derribarlo con el único ánimo de ocupar su espacio
tratando así de captar a su electorado, en lugar de conformar un programa de
políticas sociales realmente de izquierdas, que le permitan a este país salir
de la crisis de una manera distinta a como se está haciendo. Pero lo cierto es
que desde que se instauró la democracia en España, siempre hemos tenido
políticos de derechas infiltrados en los partidos de izquierdas.
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