El pasado lunes se producía el cara a cara entre el Presidente del Gobierno
Mariano Rajoy y el líder de la oposición Pedro Sánchez. Protagonizando ambos lo
que para muchos es un agrio debate o lo que para otros es un anacronismo en
este tipo de debates que parece que más bien forman parte del pasado o de una
política antigua o en desuso que sólo formaba parte del bipartidismo de antaño
y que como se demuestra en esta campaña electoral está en clara decadencia.
Durante el cara a cara, el líder de la oposición acusó al presidente
español de “no ser decente” por su comportamiento ante la corrupción, mientras
que Rajoy le tachó de “ruin, mezquino, miserable y deleznable”. Ha sido, sin
duda, el cara a cara más duro y bronco de las últimas décadas. Puesto que al
inicio del segundo bloque el líder de los socialistas arrancó atacando fuerte
con el tema de la corrupción. Que ya había mencionado a Bárcenas, a Rato e
incluso el rescate bancario, pero con una sola frase consiguió sacar de quicio
a Rajoy.
Podemos con este debate hacer un símil deportivo en el que en el debate se
vio al “campeón” como en las películas de Rocky. El aspirante estuvo en su
papel: nada que perder… a por todas. Cuando el título está en juego y el
campeón relajado. Quizás lo que tenga el PP es un exceso de palmeros, que son
aquellos que por no decepcionar al candidato le hacen creer que todo está a su
favor. Hace a su vez que el candidato se lo crea y se relaje. Poco más o menos
que eso él lo gana con la “punta de…” y claro, pasa lo que pasa. Uno, el
aspirante, de perdido al río. Otro, el que defiende el título, se cree todo lo
que le dicen los “pelotas con posibilidades”. Le pasan el “cepillo” antes y
después del debate. El resultado: al primer puñetazo buscando el K.O. te dejan
“contando pajaritos”. Te empiezas a defender a la desesperada y te preguntas
“¿cómo ha sido posible si yo soy el campeón?” Abierta la ceja, la estrategia es
seguir golpeando en ella. El aspirante se crece y se pasa ya hasta dando algún
golpe bajo. Mal visto, pero desquicia al contrincante.
La defensa era de esperar, y ha sido monumental la ofensiva que ha lanzado
el PP contra Pedro Sánchez por haberle dicho a Rajoy que es un político
indecente. Al líder socialista le han llamado de todo: macarra, payaso,
maleducado, y sentencian que sus modales le invalidan para aspirar a nada. Bueno,
pues a ver si nos entendemos y si somos capaces de ver a través de esta cortina
de humo. ¿Qué es aquí lo más importante? Pues que la otra noche el presidente
del gobierno estuvo mal, francamente mal, desarbolado en muchos momentos; se
notó que no está acostumbrado a que le lleven la contraria y a competir en
igualdad de condiciones. Y lo que ahora intentan en su partido pues es borrar
esa imagen, mala a todas luces. Borrarla a toda prisa, con la cortina de humo
de que Sánchez se pasó siete pueblos.
Pero quizás nos sean los líderes del PP los más adecuados para dar
lecciones de buenos modales y educación, cuando ellos acostumbran a llamar de
todo, a verter toda clase de burlas e insultos sobre sus adversarios, y sobre
todo cuando se les lleva de la contraria de esta manera.
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