La
semana pasada el Cura de Canena se encontró con la iglesia llena con motivo de
la celebración de las comuniones de los niños de la localidad. Aprovechando el
gran auditorio del que disponía se quiso adornar en su homilía para poder dejar
huella entre padres, familiares y niños que en la iglesia se encontraban, y
poseído por la gracia divina se sube como todas las misas a su atril y a partir
de ahí es donde empieza el grave problema.
Durante
mucho tiempo los curas párrocos han tenido vía libre para decir muchas cosas
sin que casi nadie les haya llegado a protestar nada. Sin que nadie les haya
llegado a tratar de enmendar una sola coma de lo dicho en sede eclesiástica,
por aquello de estar poseídos por la voluntad divina, que los disponía en una
dimensión muy por encima de los seres terrenales, y por supuesto de cualquier
feligrés que por las puertas del templo del padre entrasen.
Pero
de aquello a lo que esta semana hemos vivido, se ha recorrido un largo camino
en el que paso a paso la sociedad ha ido evolucionando hasta límites
insospechados, de tal manera que ahora un Cura párroco ya no puede decir lo
primero que se le ocurra en sus sermones dominicales en el templo de Dios. Pues
lo que hace unas cuantas décadas se quedaba entre las cuatro paredes de su
iglesia o servia de comidilla unos pocos días en la plaza o el café del pueblo.
Ahora en muy pocos minutos puede dar la vuelta a mundo y llegar al oído de
muchas personas influyentes en la sociedad a nivel mundial.
Esto
mismo es lo que a este Cura le ha ocurrido, que se creía que aún estamos
anclados en el siglo XIX, y que su palabra iría a misa solamente. Pero ya no
sólo va a misa, sino que rápidamente sube a los altares de las redes sociales y en pocos minutos se
convierte en la comidilla del mundo
entero, generando un grave problema a este sacerdote. Y está bien que gracias a
las redes sociales podamos recriminar barbaridades como la que el Cura soltó en
su misa de comuniones la semana pasada, para que se dé cuenta que no se puede
decir lo primero que a uno se le venga a la cabeza en cualquier situación pues
como siempre se ha dicho las paredes oyen, y en este caso ha sido mucho.
Ciertamente
lo que Cura dijo en la Iglesia de Canena, resultó de tal escándalo, ya que
estaba transmitiendo doctrina a los nuevos cristianos que acababan de recibir
el Cuerpo de Cristo y que tienen que empiezar a ver la Iglesia como ese lugar
en el que sólo se hacen buenas gestas, y a buen seguro que cuando oyeran que si
se le pega a una mujer pero no se la mata, se es más civilizado, se quedarían
perplejos como todos nos quedamos. Y si partimos que el uso de la violencia es
castigable por la fe católica, ahora este Cura merece el reproche de toda la comunidad
Cristiana por su desmesuradas palabras en la que les dio a entender a los
novicios cristianos que pegarle a una mujer es civilizado y no seria pecado.
Más
allá del pecado o no, lo que esta claro que la violencia hacia la mujer hoy por
es un delito que está penado por las leyes españolas y que además merece la
repulsa de toda la sociedad, no sólo para quién la ejercé, sino también para
quién la justifica y le da cobijo, que resultaría tan culpable como el que la
practica hacía la mujer. Con lo que cualquier persona debe cuidar mucho sus
palabras las diga donde las diga y las diga para quien las diga.
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