"Actuar es fácil, pensar es difícil; actuar según se piensa es aún más difícil"

SE JUEGA EN EUROPA


Del 22 al 25 de mayo, los 28 países de la Unión Europea van a elegir por sufragio directo a sus diputados. Con 390 millones de electores, el Parlamento Europeo es el mayor electorado transnacional del mundo. A pesar de sus competencias ampliadas, el voto sufre del desinterés de la población y de la ola euroescéptica de los partidos emergentes. El resultado del voto de los europeos decidirá sobre la dirección que tomará la Unión por los cinco próximos años, que afectará los procesos en distintas regiones del mundo, y por supuesto a los países que forman parte de la Unión como es España.
La carrera abierta por la sucesión de José-Manuel Durao Barroso, actual presidente de la Comisión Europea, ha estimulado el debate en el viejo continente en estas últimas semanas. Por primera vez, el nombramiento del presidente de la Comisión Europea dependerá del resultado de las elecciones directas, que eligen cada cinco años, a sus 751 diputados. Sin embargo, la crisis del Euro y la austeridad que siguió, trajeron nuevas preguntas sobre la credibilidad de las instituciones y la viabilidad del proyecto europeo mismo.
Como en ocasiones anteriores, mientras la cuenta atrás avanza, parece que la desafección por el proyecto europeo vuelve a abrirse camino. En la última cita electoral tan sólo el 43% de la población se acercó a las urnas. Ante tales circunstancias, deberíamos preguntarnos qué es lo que hace que decidamos votar o no votar en unas elecciones que son tan determinantes para nuestro día a día. No podemos olvidar que el 80% de las leyes que rigen nuestra vida proviene del Parlamento Europeo.
Cada día es más importante el voto para el Parlamento Europeo, pues debemos preguntarnos cuál es la Europa que queremos y exigirla en las calles, en las redes sociales; pero sin duda, también en las urnas. Por ello debemos tener bien claro si queremos la Europa de la solidaridad frente a la Europa del enriquecimiento económico sin límites. Siendo necesario una Europa que regrese a los principios que la vieron nacer: paz, justicia, solidaridad, desarrollo sostenible del planeta, protección de los derechos humanos y lucha contra la pobreza y las desigualdades, especialmente las de género. En definitiva una Europa que el foco se centre no en vivir mejor sino en el buen vivir. Cuando los sistemas democráticos recortan los derechos conquistados por la ciudadanía, la respuesta sólo puede ser más participación democrática y más cultura política colectiva. El próximo 25 de mayo, las urnas nos darán una nueva oportunidad para exigir una Europa de las personas y no de los mercados que se comprometa con la justicia social y la solidaridad dentro y fuera de sus fronteras. 
De nada sirve que el PIB crezca unos cuantos puntos, si la riqueza en la Unión esta tan mal repartida que una pequeña minoría, ostenta la inmensa mayoría de ella, con lo que la construcción europea ha servido para propiciar una nueva reestructuración económica gracias a la cual las grandes fortunas europeas siguen enriqueciéndose a costa del empobrecimiento de la mayoría de la población. Y ni se plantea el unificar a nivel europeo el salario mínimo, la Seguridad Social, la estabilidad en el empleo, las políticas de integración o los derechos sociales. No es baladí que exista plena libertad de movimientos de mercancías, capitales y valores, mientras que no hay régimen siquiera asimilable para personas y trabajadores.

En síntesis, se trataba de otorgar ventajas a las grandes corporaciones en detrimento de las pequeñas unidades productivas y de las comunidades locales. De hecho, su propia denominación era de lo más descriptivo: el Mercado Común. De aquí se avanzó hasta el Mercado Único Interior y tras el Tratado de Maastricht se fijaron las prioridades en los aspectos militares, judiciales, monetarios, policiales y administrativos, donde han ocurrido avances sustanciales en el proceso de unificación. Por el contrario, los aspectos laborales, sociales y ambientales han quedado conscientemente relegados a un claro segundo plano. Prevalecen los fines mercantiles y de concentración de poder. Todo esto es lo que los ciudadanos podemos empezar a cambiar a partir del próximo domingo en las urnas.

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