Hoy es el día en el que se
honra la memoria de nuestros seres más queridos, de aquellos que un día nos
dejaron para siempre y se separaron de nuestro lado. Pero en nuestra memoria
siempre estará su recuerdo y la añoranza de haber compartido muchas vivencias
con ellos que a casi nadie se nos pueden olvidar, y el calendario de manera
caprichosa nos marca este día para honrarlos y tener presente su recuerdo.
Pero creo que prácticamente
todo el mundo, todos los días recuerdan de una u otra forma a sus seres más
queridos que descansan en el campo santo y que aunque haga algún tiempo que nos
dejaron, siempre estarán presentes entre nosotros y los recordamos a diario y
no sólo en el día que les llevamos flores al lugar donde descansan sus restos
mortales.
Esa honra no
puede ni debe quedarse en un solo día al año, y a buen seguro que eso no pasa,
pues será casia a diario cuando recordemos algún gusto o alguna expresión de
nuestros seres queridos, que nos haga recordarles con cariño y añoranza y será
ese recuerdo el que nos haga tenerles presentes todo el año y no sólo en este
día de los Santos o de los Fieles Difuntos.
A diario me
acuerdo de mis abuelos que son lo más cercanos que ya hace algún tiempo nos
dejaron y con cariño recordamos su forma de ser sus dichos o sus costumbres que
casi siempre tratamos de trasladarlas a alguno de mis hermanos o de mis
sobrinos o sobrinas en el que por costumbre tenemos en buscarle ese parecido
con nuestros antepasados, tanto en su forma de ser como en su forma de actuar.
Recuerdo
siempre a mi abuela Petronila que fue la última de mis cuatro abuelos que
falleció, y que para cualquier cosa se sacaba su refrán y siempre nos lo ponía
de ejemplo para después acto seguido darnos la explicación del porque de
cualquier cosa y porque esta cosa había que hacerla de esa manera y no de la
otra, o por que las cosas ocurrían así y no de otra forma, era como si todo ya
estuviera predestinado o escrito con mucha antelación, y de no ser así
estábamos avocados a la equivocación y al más estrepitoso fracaso.
Como ya digo
mi abuela para cualquier cosa tenía su refranillo, y llegado este siempre decía
aquello de dichoso mes que empieza con los Santos y termina con San Andrés,
para completar que en San Andrés quedan para la Pascua tres semanas y días
tres. Bueno pues esto que a cualquiera le puede parecer una tontería sirve para
mí o para mis hermanos de recuerdo cada vez que llega el mes de noviembre para tener
siempre en el recuerdo a mi abuela y cuando alguno nos ponemos un refrán en la
boca, siempre va por delante aquello de cómo diría mi abuela.
Por eso digo
que cuando invocamos algunos de esos recuerdos, de una u otra forma estamos
honrando la memoria de esos que nunca nos hubiera gustado que nos dejaran, pero
la ley de la vida es así de justa o injusta y éste camino tan feo tarde más o
tarde menos todos lo tenemos que recorrer, y para los que se van sólo nos queda
el recuerdo y honrar su memoria todos los días y no sólo en el día de todos los
Santos, aunque este sea el día que todos los cementerios de España se engalanan
para rendirles su particular tributo.
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