Ya sabíamos por la prensa, que la gestión de las Residencias de Mayores en Madrid estaba siendo nefasta por parte de esa Comunidad Autónoma, pero en estos días hemos podido conocer muchos más detalles de como ha sido la gestión de estas Residencias, y la verdad que no se a los demás, pero a mi por lo menos, me ponen la piel de gallina, cuando escucho testimonios de personas trabajadoras de esas Residencias, en la que nos cuentan que la dejadez y el abandono a su suerte de las personas usuarias ha sido la tónica general que se ha vivido en todo el periodo que ha durado el confinamiento, y sobre todo en los días más duros del mismo.
Es penoso y lamentable
que un consejero le tenga que reprochar a otro que las personas usuarias de estas
Residencias van a morir de forma indigna de seguir haciendo las cosas como las
estaban haciendo, tras haber dado la orden de que las personas dependientes no
fuesen trasladadas a hospitales y las dejaran en estas instalaciones, sin
medios médico sanitarios algunos, empujándolos hacia la muerte de manera
premeditada despreciando la vida de esta personas de una manera inconcebible.
Puede ser entendible
que los hospitales de la Comunidad Autónoma de Madrid, en un momento
determinado estuviesen colapsados, y no tuviesen capacidad de absorción de
estas personas enfermas en su instalaciones. Pero existen muchas formas de
buscar una solución, con más aprecio a la vida de estos usuarios y usuarias,
que la que el Consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid buscó, puesto que
perfectamente se podría haber medicalizado estas Residencias y haber tratado in
situ a estos pacientes, donde a buen seguro muchos de ellos quizás habrían
salvado la vida, en lugar de encontrar la muerte, como la encontraron en esos
días.
Pero resulta paradójico
que estas cosas se hagan así, cobrándose un número de vidas importante y sin
olvidar a la cantidad de trabajadores y trabajadoras de estos centros que se han
expuesto en riesgo activo de contagio del virus, por no establecer a su tiempo
medidas de seguridad y dejar que el virus campara a sus anchas por estas
instalaciones, afectando no sólo ya a los usuarios de las Residencias, sino
también la personal que en ellas trabaja, que se ha jugado la vida por las
absurdas y mercantilistas decisiones de un Consejero, que al fin y al cabo lo
que ha demostrado es no tener escrúpulos algunos y por supuesto el ser un
político mediocre.
Conozco, e incluso
tengo en mi propia familia, trabajadoras de Residencias de mayores de esta
provincia que se han dejado la piel durante este tiempo para tratar de que no
hubiese contagio alguno, con equipos de protección individual, muchas veces de
fabricación casera, doblando turnos o echando horas de más para salir lo menos
posible de los centros al fin de evitar la posible propagación del virus en estos
centros, en definitiva trabajadoras que han realizado un esfuerzo sobre humano
por preservar lo más valioso que tienen a su lado, que son las personas mayores
para las que trabajan, y que en la Comunidad de Madrid un Consejero de tres al
cuarto, los ha contado como si de números se tratara, convirtiendo estos centros
en una morgue impresionante a la que un buen día acudieron los mayores, para
tratar de pasar sus últimos días de su vida de la mejor manera posible, pero
que en esta ocasión encontraron una muerte indigna.
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