Cuando yo era un niño,
siempre que pasaba el día de año nuevo soñaba con que los Reyes Magos, me
trajesen alguno de los muñecos de aquellos héroes de nuestra época que vestían
capa y mallas ajustadas, que podían volar para cruzar la ciudad en unos pocos
minutos, para llegar hasta donde se estuviese produciendo cualquier mal y de
alguna manera poner a salvo a la sociedad, que en aquel momento corría peligro
por el ataque de algún malvado que tenía pocos sentimientos, o más bien porque
su único objetivo era hacer el mal fuese como fuese.
Pero ahora, con cinco
décadas en el casillero, ya mis prioridades han cambiado en muchos aspectos,
aunque por supuesto que sigo teniendo héroes que existen, no sólo para que
vengan en las alforjas de los camellos de los Magos de Oriente. Sino más bien
son héroes que se levantan cada mañana, como cualquier hijo de vecino y tienen
que encarar una sesión de radioterapia, quimioterapia, o simplemente recibir
los resultados de las últimas pruebas realizadas, para saber si todo va bien,
como debe de ir, o hay algo que no cuadra aún, en estas personas que están
luchando de manera incansable para vencer a esa enfermedad llamada cáncer y que
tantas vidas se está llevando por delante. O como no, aquellos que lucharon
hasta la saciedad, pero perdieron la última batalla y este maldito cáncer se
los llevó para siempre.
Estos ahora sí que
estos son mis verdaderos héroes, para los que pido cada año a los Reyes Magos,
fortaleza para aguantar todo el mal y dolor que están padeciendo, que como
héroes, que lo son, sé de sobra que lo van a soportar estoicamente para no
cejar en la lucha de esta silenciosa guerra que sin buscársela tuvieron que
emprender el día que menos se lo esperaban porque llamó a su puerta, sin saber
porque, pero que la enfermedad se coló de lleno en su vida.
Pero como en aquellos
años de niño tengo más héroes, otros de mis favoritos, son aquellos que sufren
una discapacidad de cualquier manera, física, psíquica o sensorial, que de
alguna manera disminuyen sus facultades, pero eso no quiere decir que sean
menos que nadie, sino más bien todo lo contrario, son personas llenas de
vitalidad que se desenvuelven entre nosotros dándonos la mayoría de las veces
lecciones de cariño, respeto y humanidad, de las que deberíamos tomar muy buena
nota, pues ellos a pesar de sus dificultades, son personas perfectamente
integradas en la sociedad, de una manera o de otra, aunque sólo sea para darnos
su cariño que siempre es el más limpio y puro del mundo. Personas que se
levantan cada día para luchar como nosotros en una vida tan dura, pero no
partiendo de la misma casilla en la que partimos nosotros y la mayoría de las
veces suelen llegar a la meta antes que nosotros y sobre todo con más
insistencia y constancia que lo hacemos nosotros.
Estos son de mis héroes
de ahora, podría tener muchos más, pero la verdad, que necesitaría varias
páginas de este periódico para poder describirlos a todos, pero que sin duda
poco a poco os los iré contando todos, porque ya hoy en día a mis cinco
décadas, mis héroes no llevan capa y mallas ajustadas, sino que visten como
nosotros, y llevan una vida más especial que la nuestra por las circunstancias
que en un momento determinado les ha tocado vivir.
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