Los resultados del 28-A son una
rotunda victoria popular, gracias a una movilización que ha recorrido todo el
país expresando la unidad de la España de progreso. Y debilitan a quienes
pretendían imponer un nuevo salto en el proyecto de saqueo impuesto sobre
nuestro país desde 2010. Una enorme movilización electoral se ha levantado ante
la amenaza de que llegaran al gobierno o ganaran un peso político decisivo, las
fuerzas que apostaban por nuevos saltos en el saqueo y en el recorte de
derechos y libertades mucho más allá de lo que ya habían llegado.
La victoria clara y rotunda del PSOE se ha producido
porque ha concentrado una parte importante de la movilización del voto progresista. Ha
obtenido 38 escaños más, llegando a la cifra de 123, impensable hace unos
meses. Ha ganado 2 millones de votos, casi duplicando los del PP, la segunda
fuerza. Convirtiéndose en la fuerza más votada en 40 de las 52
circunscripciones. No solo se ha beneficiado del voto útil o del impulso que da
ostentar el gobierno. Ha recibido un voto consciente, frente a la amenaza de
ver a Casado o Vox en la Moncloa, exportando el modelo andaluz.
El progresismo es una tendencia política donde se
defienden ideas consideradas avanzadas, sobre todo aquellas orientadas hacia el desarrollo de un
Estado del bienestar, la defensa de derechos civiles y cierta redistribución de
la riqueza. Comúnmente se
considera que estas corrientes aglutinan fuerzas opuestas al conservadurismo.
En el progresismo como subespectro político confluyen diversas doctrinas
filosóficas, éticas y económicas del liberalismo y el socialismo democrático. Los
progresistas persiguen la libertad personal y la privilegian sobre la libertad
económica, por ello fomentan reformas progresivas en lo social, económico,
político e institucional con la cual pretenden profundizar la libertad del
individuo.
Con su victoria en las elecciones del 28 de abril, el
PSOE ha añadido a su hegemonía cultural una mayoría parlamentaria. Tiene un
margen de maniobra considerable. El segundo partido, el PP, está a 57 escaños
del PSOE, y ha sufrido un descalabro demencial. Pedro Sánchez puede tranquilamente
tomar la iniciativa y tiene la legitimidad para exigir que le dejen gobernar.
Intentará hacerlo solo y posiblemente lo consiga. Esta vez tiene poder
suficiente como para ir más allá y por eso debe intentarlo y poner encima de la
mesa esas políticas progresistas que España está esperando, para que el resto
de partidos se posicionen a favor o en contra de ellas.
España ha dicho alto y claro que es un país que mira
hacia el futuro, un país que se quiere progresista y que no es un país que mira
hacia el pasado rancio y casposo, por lo tanto, esos
bautizados viernes sociales tienen que ser cada vez una realidad, para que sin
prisa pero sin pausa vayan sacando a la luz todas esas medidas sociales y todos
esos derechos que se han diezmado en todos estos años de gobierno de la derecha
en los que las clases medias y trabajadoras han sido las más denostadas.
Es muy importante que el 26 de mayo volvamos a inundar
las urnas de ideología de izquierdas y de propuestas para devolver la dignidad
a los trabajadores, y que la política se ocupe de las familias más humildes.
Ojalá el 28 de abril sea el principio de un cambio radical para volver a tener
un tinte progresista que España no debió perder nunca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario