"Actuar es fácil, pensar es difícil; actuar según se piensa es aún más difícil"

RITA NO SE VA

La exalcaldesa de Valencia, Rita Barberá, se ha dado de baja de las filas del Partido Popular, pero se aferra a su escaño. La dirección del PP le había pedido que diera un paso atrás después de que el martes el Tribunal Supremo abriera causa contra ella por un presunto delito de blanqueo cometido por el PP en el Ayuntamiento de Valencia. 
Sorprende mucho en este país lo que está ocurriendo con los casos de corrupción que aparecen en el seno de la filas del Partido Popular y sobre todo con el tratamiento que desde la dirección Popular se le da a cada uno de ellos. A Rita Barberá, exalcaldesa de Valencia la convirtieron en senadora cuando ya estaban abiertas las investigaciones por presunta corrupción en Valencia, con lo que pronto empezaba el PP a incumplir su promesa de reducir los aforamientos y limitar la competencia de los tribunales superiores para juzgar a cargos públicos. Contrasta el interés por Barberá con la imputación por el juez de 9 de los 10 concejales del PP en el Ayuntamiento valenciano, junto con una veintena de sus asesores, en un asunto de blanqueo de capitales.
La actitud de Barberá es un claro desafío a su partido, e incluso un pulso a Mariano Rajoy, que queda en una mala posición con vistas a volver a presentarse a la investidura como presidente del Gobierno en una segunda votación. Todos los intentos del PP por dar una imagen de regeneración política han saltado por los aires en los últimos días. Aunque Ciudadanos se siente satisfecho con haber  logrado que la exalcaldesa se haya dado de baja en el PP, y como hemos podido ver en todos los medios de comunicación, ha afirmado que con su salida del partido, aunque mantenga su escaño en el Senado y siga aforada, se cumple el pacto anticorrupción que firmó con el PP en agosto, previo al acuerdo por el que apoyó la investidura de Mariano Rajoy como presidente del Gobierno.
Mariano Rajoy ha perdido una buena ocasión de demostrar que pretendía cambiar algo cuando aseguraba que en su partido “ya no se pasa ni una”. Lo cierto es que el asunto de la presunta corrupción valenciana está recibiendo el mismo tratamiento que otros casos anteriores: negarlo todo y utilizar los recovecos legales posibles para dilatar todas las explicaciones. La dirección del Partido Popular podría haber actuado con mayor celeridad. Bien está que Rajoy, a quien Barberá echó un capote en horas difíciles, correspondiera y la regalara con variados elogios, acaso hiperbólicos. Pero la sensación que se lleva el ciudadano es que el PP, partido enredado en demasiados casos de corrupción, y que se enfrenta por ello a un otoño judicial terrorífico, no ha actuado, ni mucho menos, con la contundencia que sería deseable.
Ahora, necesariamente, el PP tendrá que escenificar un desmarque muy rotundo de una de sus alcaldesas más representativas durante lustros. En teoría, bastaría con recordar que Barberá ya no pertenece al Partido Popular cada vez que la oposición esgrima el caso Taula como arma electoral. Pero en la conciencia colectiva no será así. En cierto modo, es un sacrificio a medias del que seguramente con el trascurrir del tiempo sabremos porque fue así y no de otra forma y porque Rita no se fue del todo.



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