"Actuar es fácil, pensar es difícil; actuar según se piensa es aún más difícil"

LOS OTROS EMIGRANTES

En los últimos meses quizás sean muchos lo padres que a las puertas de un aeropuerto estén despidiendo a algún hijo que maleta al hombro decide emprender camino para buscarse un mejor futuro en otro país de Europa, o tal vez cruzar el charco, como vulgarmente se dice, y hacer las Américas.
Es demasiado duro para un padre verse en una situación de esa, una situación en la que uno no sabe y habrá regreso o ese regreso sólo se quedara para cuando lleguen las vacaciones de navidad o algunos días en las de verano. Puesto que lo más lógico es que nuestro hijo que hoy sale casi a la aventura, a buen seguro allí donde vaya encontrara un futuro mucho más esperanzador que en España, que le sirva para que pueda desarrollar sus conocimientos y afianzarse profesionalmente en un área de trabajo de acorde con lo que durante su adolescencia y juventud ha invertido su tiempo y el dinero de su familia y del Estado Español.
España vuelve a ser tierra de emigrantes, pero emigrantes que la gran mayoría son grandes talentos, que tienen las carreras universitarias más complejas que uno puede imaginar, con no sé cuantos títulos de máster y doctorados que los hacen ser de los trabajadores más formados de toda la UE, y que se han formado en España, y buena parte de ellos también a través de esas maravillosas becas Erasmus que los llevo hasta algún país extranjero, para completar su formación y poder ponerse a la altura de cualquier estudiante universitario del mundo.
La emigración no es nueva en nuestro país, pero pensábamos haberla dejado atrás en el siglo XX y haberla cambiado por la movilidad internacional. Pensábamos que nuestros jóvenes se formaban y maduraban en un país moderno, avanzado, miembro destacado de la Unión Europea, con euros en su bolsillo, y pujando por entrar en el G8 ante el asombro del mundo. Todo eso era una ilusión, un escenario de cartón piedra.
Los medios de comunicación les llaman la generación perdida. Pero ¿acaso no somos nosotros, los de mi generación, nacidos entre 1950 y 1970, los del gran batacazo? Una generación de irresponsables: los unos por lanzarse a la fiebre del oro pensando que se vendían duros a peseta, los otros por mirar para otro lado. Con un sistema político degradado basado en partidos clientelistas que se alimentaban, y todos lo sabemos, de la burbuja inmobiliaria y los pelotazos urbanísticos.
Deberíamos hacer todos un esfuerzo gigantesco para asegurar un futuro a nuestra juventud, porque ese futuro es también el nuestro. Una sociedad cada vez más envejecida que tendrá un porcentaje de jubilados enorme que solo se podrá sostener con una población laboral dinámica y productiva, la misma que estamos enviando al extranjero o arrinconando en los hogares paternos. No veo otra solución al arranque necesario de la creación de empleo en España que un nuevo movimiento de cooperativas para la innovación, que debieran priorizar las iniciativas de nuestros jóvenes, que tienen estupendas ideas, y apoyarlas con recursos públicos; invertir en nuestros jóvenes es hacerlo en nuestro futuro.
Es penoso y lamentable que el Gobierno no se esté dando cuenta de que nos quedamos sin talentos, de que el dinero que se ha invertido en formarlos lo están aprovechando y sacándole partidos otros, aquellos mismos que vieron en los años setenta a trabajadores españoles como la mano de obra barata que les ayudó a levantar e industrializar su país que ahora se ve necesitado de otros emigrantes, nuestros licenciados, que la mayoría no se sabe donde terminaran, pero con toda seguridad que será fuera de España.

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