Tras las últimas
contiendas electorales hemos visto como el partido de Ciudadanos ha podido pasar
de tener la llave de Gobierno en muchos sitios, a ser un partido inservible
para la estabilidad democrática en la mayoría de ellos. Todo por la cabezonería
de su líder Albert Rivera que ha preferido radicalizarse hacía la extrema
derecha en lugar de mantenerse en el centro como un partido moderado que podría
dar estabilidad a la gobernabilidad y que como pretendía en sus inicios, hacer
una regeneración de la política que estamos viendo que nos es así, sino todo lo
contario.
Es triste y penoso en
política hacer lo contrario de lo que se dice, y es lo que está llevando a
Ciudadanos a un callejón sin salida, cuando quiere tratar de pactar con la
ultraderecha, pero quiere que nadie nos demos cuenta de que lo ha hecho, o
mejor dicho que nadie le pidamos explicación alguna de ello, porque al parecer
somos todos tontitos y no nos damos cuenta que lo que están haciendo allá donde
pueden y donde el Sr. Rivera maneja como un títere a sus dirigentes regionales,
provinciales o locales, es pactar en toda regla con los únicos que ellos no
llaman fascistas.
Esta estrategia
emprendida por el líder de Ciudadanos le está provocando que el partido se le
vaya desgranando poco a poco, perdiendo personas muy importantes que incluso
fueron fundadores del mismo, y lo que será mucho peor, la factura que pagará en
las próximas citas electorales por este bloqueo a las instituciones del Estado,
provocando la parálisis del país por no asumir la responsabilidad que un
político con visión de Estado debe tener y sobre todo asumir por el bien de la
gobernabilidad del país, haciendo política con mucha altura de miras.
En detalles tan
importantes como este está la diferencia de un gran político frente a un
político mediocre, pues el político de altura deja a un lado los intereses
partidistas o personales y antepone a ellos los del Estado, mientras el
mediocre termina por escorarse, en este caso hacía la ultraderecha,
instalándose en el bloqueo permanente aún a costa de enfrentamientos en su
propio partido o sufriendo una sangría de votos elección tras elección que en
poco tiempo los puede llevar a ser un partido ultra periférico y fuera del
panorama electoral o más bien de las instituciones del Estado.
Por lo tanto lo mejor
es abandonar los extremismos para situarse en el centro y tratar con altura de
miras la gobernabilidad de un país como el nuestro, donde se puede bloquear,
como lo está haciendo Ciudadanos, la investidura de un Presidente del Gobierno,
en este caso Socialista, pero eso al final no conduce nada más que a tener que
volver a repetir las elecciones para que se pueda en cierto modo clarificar más
la situación si fuese posible, aunque una repetición de las elecciones pueda
suponer una debacle electoral de los de Rivera, como vaticinan todas las
encuestas.
Pero a la vista de lo
que está pasando en casi todos los territorios, aunque con honradas excepciones
como la de Jaén Capital, a Rivera le molesta mucho más tener que sentarse a
negociar con los Socialistas que con la extrema derecha que al parecer para
ellos son los únicos que no son fascistas, aunque tenga que arrodillarse a su
pies y luego vengan a decirnos lo contrario, pero está
claro que pasan de ser la llave de gobierno a un partido inservible.
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