El pasado 4 de febrero se celebraba el día mundial del
cáncer, aunque somos muchos, cada vez más, los que pensamos que este día no
debería de existir y que todos los días tienen que ser el día mundial de
cáncer, mientras quede tan sólo un paciente aquejado de esta enfermedad y este
luchando contra ella por salvar su vida frente ante esta tan devastadora
enfermedad, que ha causado miles de muertes en el mundo entero y que aún sigue
causando, aunque debemos reconocer que la medicina ha evolucionado muchísimo,
pero que la cura definitiva está por llegar todavía.
Esa lucha diaria contra esta enfermedad es el motor que
hace que un gran movimiento asociativo salga periódicamente a la calle para
tratar de recaudar fondos de una u otra manera para la causa y en definitiva en
esta carrera tratar de hacérsela más llevadera a los enfermos que la padecen,
pudiendo destinar parte de esos fondos a la investigación contra la enfermedad,
o tal vez a la consecución de cuidados paliativos que puedan hacer mucho más
llevadera la enfermedad en aquellos que la padecen y la sufren día tras día.
En la carrera de la vida, la enfermedad va en sentido contrario,
tratando de hacer caer al enfermo o enferma, de tal manera que no pueda seguir
adelante con su vida, cobrándosela cuando menos uno se lo espere, debiendo
tener muy en cuenta que esta carrera no es nada competitiva, por lo que no se
trata de llegar el primero, sino de llegar, que eso es ya un logro de gran
importancia para el enfermo. Llegada que cada vez más es conseguida por un
mayor número de personas, gracias a los avances, la concienciación de toda la
sociedad y el esfuerzo que se está haciendo por parte de todo el mundo para
llegar a erradicarla de una manera definitiva.
La pena es siempre la misma, cuando miles de personas a
diario luchan contra el cáncer y no logran el vencerlo quedándose a mitad de
camino. Perdiendo la que es peor batalla de su vida. Batalla que la han dado
como el que más, y sobre la que han utilizado todas las armas que se le han
puesto a su alcance desde uno u otro ámbito, pero que al final han resultado
ineficaces por no lograr el objetivo perseguido de su total vencimiento.
Por eso ahora y siempre debemos todos remar en la misma
dirección, porque nunca sabemos cuándo nos puede tocar, y todos aquellos que no
padecemos la enfermedad tenemos que arrimar el hombro siempre y en todo
momento, cada uno en la medida de nuestras posibilidades. Desde colaborar con
las distintas asociaciones que hay de lucha contra el cáncer, hasta una simple
donación de sangre o plasma, que no nos cuesta nada y puede servir para mucho,
de tal manera que poco a poco y desde todos los sectores se le vayan poniendo
muchos más obstáculos al cáncer para que no entorpezca a la vida como lo hace
cuando se presenta ante cualquiera.
Es por ello por lo que el compromiso debe ser mayor si
cabe, para poder asestar el golpe definitivo y que podamos ver todos la
erradicación del cáncer, no sólo desde un punto egoísta nuestro, sino también
por honrar la memoria de aquellos que un día lucharon, pero les fue totalmente
imposible poder llegar a la meta y la enfermedad terminó por vencerles.
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