"Actuar es fácil, pensar es difícil; actuar según se piensa es aún más difícil"

CUANDO EL CINE ERA UN NEGOCIO


Hace pocos días pasé por la puerta de un cine en una de las localidades de esta provincia. Un cine en el que se notaba el paso del tiempo y desuso del mismo, y sobre el que colgaba en su fachada unas letras casi caídas y un marco de madera totalmente arrumbado en el que antaño se colocaban las carteleras de cada una de las películas que día tras día se venían proyectado en esta sala y a la que buen seguro se asomaban una gran parte de los vecinos de la localidad.
Esas salas de cine eran el punto de encuentro de pequeños y mayores y por supuesto quizás el único contacto existente en el pueblo con la cultura. Eran el lugar en el que cada día de proyección se daban cita los grupos de amigos y amigas para poder pasar un rato de diversión, disfrutando de la película que ese día se echaba en aquellas viejas salas de cine, por las que habían pasado generaciones y generaciones de la casi totalidad de vecinos del pueblo que con más o menos asiduidad se acercaban por estas salas para poder ver a sus actores preferidos de aquella época.
Quién no ha ido al cine de su pueblo con la excusa de ver una película determinada, para sentarse a lado de la chica que le gustaba con el fin de que con la complicidad que daba la oscuridad de cada una de estas salas, poder cogerle la mano a esta chica, y si su descuido era mayor, entonces se le robaba un beso de esos que se dan sin querer pero que llegan a alma y hacían ponerse la piel de gallina en todo el cuerpo.
En aquellas salas de cine trabajaban un operador de cámara, un taquillero, un acomodador y otra persona que normalmente atendía el ambigú que siempre había en las mismas. Un número de personas importantes en la generación del empleo en cada una de las localidades, cuando estas salas cine eran un negocio del que vivieron algunas familias de la localidad y casi seguro durante varias generaciones que tenían el cine, lo cuidaban para proyectar en ellas los estrenos cinematográficos de aquella época con los artistas que estaban en el candelero en cada momento y que el cine del pueblo era la única forma de que los vecinos y vecinas los conocieran.
Ahora ya sólo nos queda el recuerdo y la añoranza de aquello que fue un negocio floreciente antaño y sirvió como motor de la economía de muchos pueblos de la provincia, en los que nos podíamos encontrar en algunos de ellos hasta varias salas de cine que se hacían una sana competencia para poder proyectar aquellos estenos que en un principio eran en blanco y negro, dando paso a unos esplendorosos años de películas a color que muchas de ellas debían pasar el filtro de la censura de aquella época por no considerarlas adecuadas para ser vistas por un determinado público de la localidad.
Pero a pesar de que esto ya no es negocio, gracias a la Diputación Provincial, se mantiene viva esa pasión por el cine, con los ciclos de cine de verano que cada año lleva a los diferentes pueblos de la provincia, para que esa llama del cine quede viva en todos aquellos que un alguna etapa de su vida visitaron alguna de estas salas.

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