Esta misma
semana, la Patronal y los Sindicatos llegaban a un acuerdo salarial que podemos
calificar de histórico. Acuerdo para el
Empleo y la Negociación Colectiva, para el periodo 2018-2020, con una
recomendación de subida salarial anual del entorno del 2% más un 1%
variable, ligada a conceptos como la productividad, los resultados o el
absentismo injustificado, y con la encomienda de alcanzar un salario mínimo en
convenio de 14.000 euros anuales en 2020.Acuerdo que va a sentar unas bases con
cierta solidez de prosperidad para los trabajadores y trabajadoras.
Este
acuerdo es de especial trascendencia para poder empezar a salir de la maltrecha
situación que están padeciendo miles de trabajadores y trabajadoras de este
país, donde han sido, desde que estalló la crisis los más perjudicados, con
medidas que lo único que han venido a suponer recortes de salarios y recortes
de derechos, que habían supuesto décadas el poder lograrlos para la clase
trabajadora. Un acuerdo que no va a caer en saco roto y que más pronto que
tarde empezará a ver su reflejo en la economía española con una mayor
disposición de liquidez por parte de los trabajadores y trabajadoras cuando se
vengan a convertir en consumidores.
Es muy
importante, asimismo, que las patronales y los sindicatos hayan retomado con
éxito la senda del diálogo y la negociación. El IV Acuerdo para el Empleo y la Negociación
Colectiva, firmado por los presidentes de las patronales CEOE y Cepyme, así
como por los secretarios generales de Comisiones Obreras y UGT, que ahora deberá
ser ratificado por sus bases, aporta paz social, estabilidad y confianza. Todos
ellos son factores clave, igualmente, para consolidar el crecimiento económico
en una etapa de incertidumbre internacional por las políticas proteccionistas
de Trump y la escalada del precio del petróleo. Por ello el citado acuerdo, que
abre la vía a la normalización de la vida económica en nuestro país y que,
además del aumento salarial, prevé avances para resolver cuestiones clave del
mercado laboral como la igualdad, la subcontratación, la recuperación de las
condiciones originales del contrato relevo o la mejora de la eficacia del
sistema de formación para el empleo, entre muchos otros.
El pacto
supone una magnífica noticia. Primero, porque triunfa el diálogo, se abre paso
la concertación y España gozará de estabilidad laboral y paz social durante los
próximos años, el mejor humus para que se consolide la recuperación. Segundo,
porque, sin ser óptimo, el acuerdo cancela la política de devaluación salarial
que cargó sobre las espaldas de los trabajadores el grueso de la factura de la
crisis. Tercero, porque contribuye a minorar -o, al menos, no agrandar- las
enormes brechas de renta que han convertido a España en el segundo país con
mayores desigualdades de Europa. Cuarto, porque, a diferencia de lo sucedido en
la Unión Europea, donde los márgenes empresariales encajaron buena parte del
impacto de la crisis, aquí las víctimas propiciatorias fueron el empleo y los
sueldos: el año pasado, sin ir más lejos, los beneficios crecieron el doble
(9,2 %) que la masa salarial (4,5 %), pese a la creación de medio millón de
puestos de trabajo. Y quinto, porque permite abrigar la esperanza de que aún
sea reversible el modelo laboral de precariedad y low cost que nos impusieron:
la evolución del salario mínimo fijado en convenio, hasta alcanzar los 14.000
euros en el 2020, va en la buena dirección.
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