Esta
semana se han cumplido 15 años de la declaración de los cascos históricos de
Úbeda y Baeza como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Quince años, desde
que ambas ciudades obtuvieron ese galardón que las eleva a lo más alto, en lo
que al patrimonio inmaterial se puede referir. Constituyendo un honor y un
reconocimiento internacional y, al mismo tiempo, supone una gran
responsabilidad que se debe asumir de cara a garantizar la protección y
conservación de todos esos valores para las generaciones futuras. Generaciones
que crecerán en un entorno idílico como el que tienen ante sus ojos de estas
dos grandes ciudades.
Esta
declaración ha tenido tanta importancia en ambas ciudades, que ha supuesto una
transformación de ellas que no tiene parangón, sirviendo para cambiarlas como
de la noche a la mañana, en ciudades que sin perder la esencia del patrimonio y
su conservación, se sitúan a la vanguardia de la provincia de Jaén, marcando
una gran diferencia con el resto y aprovechando esta gran oportunidad que se
les presenta de cambio y desarrollo que ha podido suponer la declaración por
parte de la Unesco. Declaración que comenzó años atrás después de diseñarse un
Programa de Gestión Patrimonial para poner en valor este patrimonio
teniendo la singularidad artística de Andrés de Vandelvira y la proyección
arquitectónica de su arquitectura religiosa en el resto de España e
Iberoamérica.
Por otro
lado el gran empuje económico que esto ha supuesto, ha servido para que en las
dos ciudades afloren muchos negocios en torno a un sector turístico, que
comienzan a ser la punta de lanza de un nuevo sector de la economía, que viene
a la generación de riqueza y empleo entre la población de estas ciudades, donde
desde hace 15 años comenzaron a andar negocios de hostelería y restauración por
doquier, en muchos de sus rincones, que ayudan a disminuir la listas del paro y
de paso, que puedan muchos de sus vecinos tener un empleo en algunos de los
muchos restaurantes, hoteles o comercios que han nacido junto con la
declaración.
Úbeda y Baeza también han sabido conservar el urbanismo y la traza urbana
del Renacimiento, lo que se puede comprobar en impresionantes espacios como la
ubetense la Plaza Vázquez de Molina, considerada una de las más bellas de Europa. Se
trata de un recinto abierto donde se alzan algunos de los monumentos más
destacados del Renacimiento español, como la Capilla Funeraria del Salvador del
Mundo o la Iglesia de Santa María de los Reales Alcázares. En Baeza sobresale
la plaza de Santa María, que ejerce de epicentro de la ciudad noble, donde
destaca la Catedral consagrada a la Natividad de Nuestra Señora.
Este
renacimiento que mira al sur, con el gran legado de Andrés de Vandelvira, que
nacido en Alcaraz, fue maestro cantero y arquitecto del renacimiento,
demostrando una gran destreza como cantero, y un estilo renacentista inspirado
en autores italianos, aplicando soluciones y marcas personales en los edificios
y diseños que confirman su genialidad. Es sin duda uno de los principales
exponentes de este estilo, sobre todo en la provincia de Jaén, teniendo en
Úbeda, Jaén y Baeza los principales ejemplos de su obra arquitectónica. Tal es
su importancia, que este legado arquitectónico que el maestro dejó aquí, ha
sido clave para el nombramiento de estas dos localidades, Úbeda y Baeza,
ciudades Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
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