Ahora más que nunca nos
estamos dando cuenta, con todo lo que está sucediendo en está crisis sanitaria,
que la agricultura y la ganadería juegan un papel estratégico, no sólo en
nuestra economía, sino también para nuestra sociedad, pues no en vano han sido
uno de los sectores que han permanecido al pie del cañón, jugándose la vida los
agricultores y ganaderos, para que no faltaran alimentos en ningún rincón de
este país durante los días que ha durado el confinamiento más severo, y por
supuesto ahora que ya hemos iniciado la desescalada.
Imaginemos por un solo
momento que está crisis que vivimos, fuese en lugar de sanitaria, como lo está siendo,
una crisis alimentaria y comenzasen a faltar alimentos de primera necesidad en
pueblos y ciudades, dando lugar al desabastecimiento de buena parte de la
población, o de su práctica totalidad. Llevando esto a una situación de extrema
violencia por conseguir esos alimentos que tan necesarios son para nuestra
alimentación en la vida diaria. Violencia que por supuesto llegaría a causar
muchas más muertes que las que ha causado, y está causando, el propio
coronavirus.
Estos sectores productivos
de la economía española y de la Unión Europea, que tan denostados están en los
últimos tiempos, con precios en muchas ocasiones muy por debajo de los costes
de producción. Con precios que a veces no merece la pena ni tan siquiera su
propia recolección de muchos de sus productos. Son los mismos que han
demostrado que son imprescindibles y que sin ellos nos hay capacidad de poder
mantener a la población y que la mayoría de ellos, lejos de ser excedentarios,
como nos quieren hacer ver muchas veces, se ha visto claramente que lo que
ocurre es simplemente que se encuentran en un mercado atomizado y totalmente
globalizado que lo único que le interesa es la desregulación del mismo, para
que puedan hincharse de ganar dinero los intermediarios a costa del sector
primario.
La Comunidad Autónoma,
el Gobierno Español y de la Unión Europea, deben haber tomado muy buena nota
del papel jugado por agricultores y ganaderos, para empezar a poner las bases
que permitan apuntalar un sector fuerte y solido, que sea uno de los pilares fundamentales
de la economía española, que a parte de mantener a la población en tiempos de
crisis, como está quedando demostrado, sirven para generar empleo y riqueza en
el medio rural, permitiendo esto, fijar y vertebrar a la población en el
territorio.
Por todo ello la
agricultura y la ganadería tienen que dejar de ser la cenicienta de la economía
española y europea, y más pronto que tarde se tienen que declarar como sectores
estratégicos que tienen que está protegidos por políticas públicas que permitan
que los titulares de estas explotaciones puedan vivir de su trabajo, con unos
precios justos y dignos, que les permitan tener una rentabilidad, para poder
seguir produciendo alimentos de primera necesidad y por supuesto de muchísima
calidad como lo están haciendo hasta ahora mismo.
Esta pandemia seguro
que marcará un antes y un después en muchas cosas, y por supuesto que en lo que
respecta a estos sectores agrícolas y ganaderos no se puede mirar hacia otro
lado como se viene haciendo hasta ahora, donde los monopolios y oligopolios de
la alimentación y la gran distribución se están aprovechando de ellos,
poniéndolos en numerosas ocasiones al borde del precipicio que llega incluso a
provocar la desaparición de miles de explotaciones año tras año.
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