Decía mi
abuelo que el cascaruleto era aquel que hablaba más de lo ajeno que de lo suyo,
aquel que tenía una lengua de doble filo, para criticar de manera infundada a
cualquiera o a cualquier cosa sin ofrecer solución alguna a cambio y mucho
menos sin dar alternativa. Nunca llegue a saber si ese vocablo estaba en el
diccionario de la Real Academia de la Lengua o no lo estaba. Pero ahora me he
parado a mirarlo si existe y me dice el diccionario que “la palabra cascaruleto no
está registrada en el Diccionario”, por lo que esa palabra que tanto usaba mi
abuelo, ahora resulta que no existía.
Pero ahora
abusando de internet y su magnífica red, he podido averiguar que en muchos
pueblos de Castilla, la utilizan para definir a la persona que habla mucho y
sin sentido. Y ahí era donde yo quería llegar, en esas personas que las tenemos
en todos los pueblos de nuestra geografía, que no tienen demasiados quehaceres
y que se levantan por la mañana sin más obligación que la de irse a la plaza
del pueblo para rodearse de su círculo al que día tras día le calienta la
cabeza con uno u otro tema, aunque no deje de ser un lego en esa materia.
El
cascaruleto tiene vivencias y ocurrencias de cualquier tema que pueda pasar en
su entorno, en su localidad, en su comarca, o en el cualquier otro punto de
nuestra geografía, sobre el que haya de opinar, de los que habla y expone con
detalle sobre el tema, acaecido de grandes ideas y sobre todo exponiendo con
todo detalle como deben ser las cosas, como se deben hacer y como quedarán al
final con la idea que él expone y que la mayoría de las veces está trasnochada.
Estos
personajes suelen rodearse casi siempre del mismo círculo a los embauca, con su
vil verbo, dejándolos boquiabiertos con esas larga parrafadas que en las plazas
y lugares públicos sueltan, sin rigor alguno, en opinión de temas de
ingeniería, contabilidad o administración por ejemplo. Temas que el cascaruleto
quiere demostrar ante su asiduo público que es el que más los domina de su
país, que es el que más sabe de ellos y que es el que por supuesto está bien
puesto en toda esa materia de las que sus oyentes le piden opinión.
Resulta
inverosímil también que de todos los chismes de un pueblo o su entorno, este
personaje este perfectamente enterado y hable de ellos con todo detalle, como
si él hubiera estado entre medias de la situación que narra, como si hubiera
sido un espectador de lujo, para luego hacer de altavoz en la plaza del pueblo
o en la barra del bar que suele visitar a diario y en el que pasa varias horas
aún sin consumir nada o con una consumición mínima para justificarse el estar
allí durante todo ese tiempo, para que no se le pueda escapar nada.
En
definitiva mi abuelo con la palabra cascaruleto lo que estaba definiendo es lo
que todos conocemos como el charlatán que hablan y hablan de cualquier tema y
sin mucho sentido, que cuenta tantas veces la misma mentira y tan bien adornada
que al fanal termina por creérsela él mismo y por supuesto ese asiduo público
que cada día lo rodea para escuchar sus absurdas y sin sentido conversaciones que
él pronuncia.
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