Ya sabemos que a primeros de enero se le dará traslado al
Ministerio de la candidatura para que los Paisajes del Olivar de Andalucía
puedan ser declarados por la UNESCO Patrimonio Mundial como Paisaje Cultural
Agrario. Según informó días atrás la Comisión Institucional creada por la Diputación
provincial jiennense para promover esta candidatura, a la que se han sumado la
Diputación de Cádiz y la Asociación Española de Municipios del Olivo (AEMO) y
que está integrada por distintas consejerías de la Junta de Andalucía, así como
por las diputaciones y universidades de Córdoba, Sevilla, Málaga y Granada, la
Fundación Juan Ramón Guillén, Ecovalia, además de diferentes asociaciones
agrarias, entre otras entidades.
El que los paisajes del olivar acaben siendo declarados
por la UNESCO Patrimonio Mundial como Paisaje Cultural Agrario, supone un
reconocimiento de tal calibre, que será el respaldo que este cultivo venia
necesitando, para poder poner en valor es gran bosque formado por el hombre y
que ocupa una gran extensión de terreno a lo largo y ancho de toda Andalucía,
entremezclándose muchas veces con el propio monte mediterráneo, para formar un
ecosistema idílico y único que permite el desarrollo de miles de especies de
flora y fauna que habitan en nuestros campos.
Pero no sólo es un bosque sino que el paso de los siglos
por ese bosque, ha creado a su alrededor una cultura, tal que la vida de muchos
pueblos de nuestra Andalucía ya no se entiende sin el olivar, formando un manto verde en la
orografía de su terreno, de tal forma que esos millones de árboles son un
paisaje único en el mundo entero. Un paisaje que se refleja en la cultura de
todo un pueblo, y en la forma de vivir y desenvolverse sus gentes, pero desde
tiempos inmemoriales y generación tras generación.
Una vez se consiga este reconocimiento, tendremos una
nueva figura de protección más del olivar, en este caso de su paisaje, pero una
figura que no va mucho más allá de lo que pudiera ir una Indicación Geográfica
Protegida, o una Denominación de Origen, o misma mente, un paraje natural o un
parque natural. Sino que será un reconocimiento para poner en valor todo lo que
este paisaje significa en nuestra tierra en su cultura y en sus gentes, y
porque no en una manera especial y especifica que tienen los pueblos olivareros
de vivir y que ahora se lo vamos a enseñar al mundo entero compartiendo con ellos
esta Declaración.
Obtener un galardón como este no es tarea fácil y por lo
tanto no podemos desaprovechar la oportunidad que se nos brinda para que pueda
servir de revulsivo en la zonas rurales de Andalucía, para que esto, que para
algunos, los menos quizás, lo puedan ver como una amenaza, termine por
convertirse en una gran fortaleza, por el potencial que despliega y sobre todo
por la gran oportunidad que nos están sirviendo en bandeja para que el olivar
de Andalucía pase a tener ese reconocimiento internacional que se merece, no
sólo por ser parte del paisaje, sino por tener por méritos propios el honor de
ser valedor de una cultura que gira en torno al olivo a sus gentes y a todo lo
que este árbol de la paz ha sido capaz de mover durante siglos en nuestra
tierra, en la que han arraigado olivos firmes y desafiantes al paso de los días
y de las distintas generaciones.
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