Aunque parezca que no, nos encontramos en plenas
negociaciones de lo que será la futura Política Agrícola Comunitaria a partir
del año 2020. Negociaciones que desembocarán en la normativa de aplicación de
la PAC para su aplicación a partir del año 2020, y que por supuesto afectan de
lleno a nuestros pueblos, a nuestros cultivos y en definitiva a todo el medio
rural que de una u otra manera está ligado a la más antigua política
comunitaria que existe en la Unión Europea, y que nació con vocación de ser una
herramienta de prosperidad y desarrollo.
Todos somos conscientes que el medio rural se está
envejeciendo, aparte de tener un continuo goteo de pérdida de población en cada
uno de nuestros pueblos, que poco a poco se van quedando vacíos y totalmente
envejecidos. Provocando esto, lentamente la muerte de nuestro pueblos, en los
que el futuro se ve totalmente incierto para muchos de los habitantes de ellos,
por la falta de trabajo y salidas profesionales, y para muchos de los jóvenes
que en ellos se han criado y que al final no les queda más remedio que coger la
maleta y marcharse a buscar un futuro más prometedor, ya que en su pueblo no lo
encuentran.
Un estudio de la Universidad de Ciencias Biológicas de
Praga, del Centro de Tecnología de la Academia de Ciencias Checa y del
Instituto James Hutton de Escocia. Ponen de manifiesto que, a pesar de que
desde hace tres décadas se concede un apoyo comunitario a los jóvenes
agricultores de la UE, los problemas para su instalación en la actividad
agraria continúan. Ello puede deberse, por un lado, a la complejidad del
problema y, por otro, a que los mecanismos destinados a resolverlos no son lo
bastante eficaces, por ser demasiado farragosos y complicados en su aplicación.
Puesto que el debate sobre los jóvenes y su papel en la agricultura abarca
muchas cuestiones, como la reestructuración del sector agrario, el
envejecimiento de la población agraria, la diferenciación entre personas que se
incorporan a la actividad agraria y jóvenes agricultores y el potencial
relativo de los instrumentos disponibles para tener un impacto en el relevo
generacional.
Cierto es que si no se van incorporando jóvenes a la
agricultura y la ganadería en el medio rural, el relevo generacional será
prácticamente nulo, provocando esto un envejecimiento de la población de estas
zonas que incidirá directamente en los servicios y la economía de los pueblos.
Para ello es necesario que la futura PAC ponga su acento
en los jóvenes agricultores, que estos tengan una ayuda real y efectiva para
que la agricultura y la ganadería les puedan ser atractivas, para que les
merezca la pena quedarse en sus pueblos, donde tengan su puesto de trabajo o
donde hayan formado su empresa agraria, sobre la que pivote su economía
familiar, involucrando así a toda la familia, que de una u otra manera al final
puedan ver el campo como una fuente de riqueza y no como una actividad
marginal.
Los apoyos a los Jóvenes Agricultores no sólo tienen que
estar en el segundo pilar de la PAC, sino que el primer pilar tiene que dedicar
una partida importante para que las ayudas directas se vean considerablemente
incrementadas cuando se traten de jóvenes, que realmente hayan decidido ser
agricultores y ganaderos a título principal, y hayan mantenido o fijado su
domicilio en cualquiera de nuestros pueblos.
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