Hoy cuando me dispongo
a escribir mi semanal columna, veo por la ventana pasar un coche de Protección
Civil, con dos de sus voluntarios dentro de él, y rápidamente cambio el tema
sobre el que iba a escribir y quiero dedicar estas pocas líneas, porque en
realidad son poquísimas para la labor que hacen, a unas personas que de una
manera desinteresada y sin recibir nada a cambio, se han puesto en la primera
línea del frente en toda esta guerra que se libra contra el COVID19 en el mundo
entero.
Esta altruista labor
que los voluntarios de Protección Civil realizan, es para escribirla con letras
mayúsculas y de oro, por todo lo que hacen día tras día, sin importarles mucho
las consecuencias que el realizar esta labor pudieran acarrear a su salud, en
un momento determinado por contagiarse de este virus. Labor que les sale del
alma y del corazón, para ponerla al servicio de la sociedad y de una población
que lleva muchos días confinados en sus casas sin poder salir, sobre todo los
niños y las personas mayores que a veces dependen de ellos en muchos aspectos.
Si esto se tratase de
una guerra como las de antaño, estos voluntarios serían la infantería que
estaría en primera línea del frente, recibiendo los primeros el fuego enemigo y
jugándose la vida, para que el resto de sus vecinos pudieran estar sanos y
salvos. Aunque esta guerra no es como las de antaño, pero no por ello no deja
de ser una guerra y estos voluntarios se constituyen en la infantería y se
ponen en primera línea del frente arriesgando su vida para que el resto de
vecinos y vecinas puedan ver sus necesidades totalmente cubiertas gracias a la
labor altruista de los hombres y mujeres de Protección Civil.
Los he visto hacer casi
de todo lo que uno se pueda imaginar, desde ir al hospital a la farmacia a por
unas medicinas especiales para personas impedidas o de avanzada edad, hasta
hacerle la compra a esas mismas personas, para que no se tengan que mover de
sus casa, o como no, sin olvidarse de los más peques de la casa que no han
podido celebrar, como suelen hacerlo, su cumpleaños, llegando a su puerta para
que desde el coche con las sirenas puestas a todo volumen se les cante el
cumpleaños feliz, lo que agradecen muchos de ellos en compañía de sus mayores
con lágrimas en los ojos casi todos.
Este ejercito de
voluntarios se merecen que se les condecoren con todos los honores habidos y
por haber, por ser la cara amable en nuestro pueblo en esta inédita y rara
situación que estamos viviendo y que nadie conocía, y lo que es peor, que ni
tan siquiera imaginaba, pero que la estamos sufriendo todos en nuestras carnes
y de no ser por estos voluntarios de Protección Civil seria mucho más
complicado el poder llevar a cabo con éxito este confinamiento que ya se nos
hace muy cuesta arriba a todo el mundo.
En definitiva un cuerpo
de voluntarios como este, está demostrando que sí no existiese habría que
inventarlos, ya que por supuesto ellos no le temen a nada y se pondrían, como
lo están haciendo, en la primera línea del frente para lo que la población y la
sociedad necesitasen siempre y en todo momento. Para luchar contra la pandemia
los primeros arriesgando su vida y salud si fuese necesario.
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