Se cumplen
ahora cuarenta años desde que se celebraran las primeras elecciones
democráticas en España. Se dice muy pronto pero ya han pasado cuatro décadas
desde que los Españoles y Españolas pudieran ir a votar libremente en unas
elecciones generales, que les permitiera poder elegir el poder legislativo
emanado del pueblo, tal como ordena hoy en día la Constitución Española de
1.978. Cuarenta años de aquellas primeras Cortes Constituyentes, que dieron
paso al periodo más fructífero y efectivo que ha vivido nuestro país y que nos
ha traído hasta nuestros días.
Ahora que la
clase política está desprestigiada y denostada, es muy importante recordar esta
efeméride, pues son muchos los logros y los avances que se han conseguido en
todo este tiempo, porque sólo hay que echar la vista atrás para ver todo el
camino que se ha andado, y mucho del andado a buen seguro que ya no lo podemos
desandar, pues el camino que se inició en aquel 1.977, era un camino de no
retorno en el que sólo se tenía que caminar hacia adelante, ya que era
demasiado el lastre el que se tenía que soltar y que poco a poco lo hemos ido
soltando y seguiremos soltando.
Salíamos de
una España en blanco y negro, para andar por la senda de la modernidad, porque
que España y sobre todo los Españoles y las Españolas, estaban deseosos de
darle un giro al país, como el que en estos cuarentas años se le ha podido dar.
Con sus luces y con sus sombras, pues son muchos los avances conseguidos, otros
muchos se han podido quedar por el camino, pero está claro que ahora ya si
podemos decir que llevamos cuando menos los mismos años viviendo en democracia
que los que se vivieron en dictadura y que para muchos aún están en su retina y
la gran mayoría no quiere volver a vivirlos de ninguna manera.
La democracia
se debe ir regenerando, para que no caigamos en el inmovilismo y la
autocomplacencia, ya que el progreso es el mayor valor que podemos conseguir,
cuando uno es inconformista y emprendedor, pues de cómo nos vaya en este
progreso, será el fiel reflejo que tengamos en nuestro bienestar, que nos
llevará a una magnífica evolución que sirva para poder cada día ir subiendo el
listón un poquito más, de tal manera que terminemos por ponerlo en lo más alto
posible.
Pero
precisamente por eso, para no caer en el inmovilismo y la autocomplacencia, hay
que tener bien claro que las Leyes no son una foto fija, sino que todas ellas
sin excepción se tienen que ir adaptando a los cambios que la sociedad exige y
sobre todo a la ordenación de los nuevos movimientos y roles sociales, que nos
puedan de alguna manera permitir el poder vivir de en paz y sosiego, tal como
lo venimos haciendo en estás cuatro décadas que ya llevamos de democracia que
seguramente no se pueden cambiar por ningún otro tiempo pasado.
Llegados a
este punto sería bueno el pararse a pensar y reflexionar un poco, pues estamos
en un momento óptimo para realizar los cambios que sean necesarios, para que
este periodo democrático, se pueda prolongar en el tiempo durante muchísimos
años más, ya que cuarenta años pueden parecer mucho, pero en la historia son
muy pocos, si se analiza el pasado, se vive el presente y sobre todo si se
piensa en el futuro.
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