Esta semana,
una vez más, he vuelto a pisar mi escuela que tanto me dio, para abrirme paso
en mi futuro profesional de mi vida. Escuela que ha ido evolucionando
considerablemente, para mejor y que casi no se parece, o se parece poco a la
escuela en la que pasé los cinco mejores años de mi vida, desde 1983 a 1988,
cuando contaba con la edad de 14 a 19 años. Edad que hizo que entrara hecho un
crio y saliera ya como un hombrecillo criado y todo.
Esa escuela no
puede ser otra que la Granja Escuela de Marmolejo, hoy llamado el Instituto de
Enseñanza Secundaria, Virgen de la Cabeza. Un instituto que es muy especial, un
instituto que tiene muchas particularidades que lo convierten en un lugar
mágico y que deja profunda huella a los que algún día por allí pasamos. Un
instituto que aparte de poder cursar las enseñanzas de la educación secundaria
obligatoria, o el bachiller. Es el único de toda la provincia en el que se
pueden cursar los ciclos formativos de Grado Medio en, Producción Agropecuaria,
Jardinería y Floristería. Mientras que en el Grado Superior los de Paisajismo y
Medio Rural, o Gestión Forestal y del Medio Natural, titulaciones que han
estado de una u otra manera siempre presentes en Marmolejo, desde que se creó
esta escuela allá por el 1962. En definitiva un instituto que es tan especial
que después que hace 34 años que lo pise por primera vez, lo sigo añorando como
el primer día.
Pero me dio
mucha alegría cuando pude recorrer mi escuela acompañado con el Director y casi
que no la reconocía, pues como ya he dicho la misma se ha convertido en ese
moderno instituto que ahora lleva a los alumnos de Erasmus por diversos países
de Europa, que presenta módulos y proyectos que son valorados como los segundos
mejores de toda Europa, y tiene el reconocimiento de otros muchas instituciones
y centros, no sólo de España sino del resto de Europa.
Ciertamente
casi no se parece en nada este IES Virgen de la Cabeza, a aquella Granja
Escuela de los años ochenta, pero en realidad la esencia sigue estando ahí y me
enorgullece haber pasado por ella, y sobre todo haber adquirido una formación
que me fue básica en aquellos años en los que estudiar formación profesional,
era como una deshonra, y si era de la rama agraria, ya ni te cuento. Pues ahora
después de 34 años haber pisado allí por primera vez, pienso todo lo contrario,
aunque nunca pensé que el ser Granjista fuese deshonra alguna, sino más bien al
revés.
Es un
privilegio el poder estudiar en una escuela como esta, un moderno instituto que
continuamente está preocupado por la formación de sus alumnos, pero no
cualquier formación, sino una formación de mucha calidad que hace que de sus
aulas salgan los mejores bachilleres o los mejores técnicos en la
especialidades que en él se imparten, con una formación que la irradian por
toda Europa, demostrando que aquí en Marmolejo, hay una escuela, sin complejos
que está a la altura de las mejores de Europa y a la que se le augura un gran
futuro, por esa gran solidez que demuestra y sobre todo por el buen hacer del
profesorado, el alumnado y el personal no docente que en ella está y que todos
la llevan y la llevarán o la llevamos muy adentro el resto de nuestros días.
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